Quien me iba a decir a mi que terminaría comprándome una mesa de éstas. Cuando iba con mis padres a la playa todo era un trajín de mesas, sillas, sombrillas... Parecía que nos íbamos de casa. Después empecé a ir con mis amigas y ya sólo llevaba la toalla y bocadillos, pero a medida que he ido cumpliendo años me he dado cuenta que no estaba tan mal ir con sillas y mesa, así que cuando vi esta mesa en Decathlon no pude resistirme y la compré. Total, no llegaba a 20 euros y es muy fácil de transportar. Se pliega totalmente y queda como un tablero, que se queda en el maletero y no ocupa nada. Puedes poner todas las cosas encima sin problemas y no te enteras ni que la tienes y te saca de más de un apuro en una comida campestre improvisada.
Las patas son metálicas y ya os digo que se pliegan por completo debajo del tablero de la mesa. Hay que tener un poco de cuidado pues las varillas que hacen que las patas se mantengan desplegadas también son metálicas y no redondeadas, con lo que si se te traba ahí un dedo vas a ver las estrellas o algo peor, así que cuidadín al abrirla y cerrarla, dedines fuera.
El tablero es de madera como lacada, así que se limpia de maravilla con un paño húmedo, no importa lo que caída pues está tratada para que no pase la humedad y así no se hinche.
Al no ser muy grande y no tener muchos componentes no pesa apenas. Otra ventaja a tener en cuenta.
En resumen, una mesa 100% recomendable por precio y prestaciones, aunque estéticamente deje un poquito que desear.