El Hotel Hiberus, Zaragoza, es un hotel de lujo que queda un poco lejos del centro de la ciudad, lo cual es un inconveniente si no quieres recurrir al transporte público para ir a los sitios de mayor interés turístico de Zaragoza.
Nosotros tuvimos la suerte de llevar nuestro coche. Es más cómodo desplazarte por una ciudad en tu propio coche cando llevas niños. Yo nunca me entendí con mis hijas en los buses urbanos.
El hotel está decorado con muy buen gusto, sobre todo en las estancias comunes. Nada más entrar ya te da buena impresión con amplios espacios iluminados con mucha luz natural. La entrada es amplia, la recepción acogedora, atienden rápido.
Nuestra habitación tenía unos ventanales que cubrían una pared entera. La luminosidad llegaba a ser un poco agobiante. Menos mal que podías correr las cortinas y dejar una luz más tenue. Tenía unas bonitas vistas al parque de la Expo.
El cuarto de baño estaba decorado en los mismos tonos claros que la habitación, pero era menos lujoso. Los sanitarios eran el montón. Afortunadamente, se veían nuevos. Yo no resisto los sanitarios que se ven muy usados porque me dan sensación de poca limpieza por muy limpios que los tengan.
Nos sirvieron una cena que estuvo muy bien en un salón enorme. La cena del restaurante estuvo a la altura del desayuno buffet del día siguiente, un buffet lleno de productos frescos en los que predominaban las frutas. Los huevos estaban recién hechos, los ahumados eran deliciosos, los embutidos estaban fresquísimos. Pero lo mejor, como os decía, fueron las frutas. Estaban tan en su punto que era una delicia comerlas. Fue un desayuno tan completo que hicimos a comida con unas tapas y unos refrescos. No nos cabía más.
Os recomiendo, pues, el Hotel Hiberus, Zaragoza, por la comodidad de sus instalaciones. Acaba importándote poco que no sea un hotel céntrico.