Cáceres es una ciudad con mucho encanto para pasar un día con la familia de manera tranquila, sobre todo en las calles del centro que son peatonales, lo cual es ideal cuando vas con los críos.
Nosotros dejamos el coche en uno de los parkings que hay en el centro. Son aparcamientos de pago, pero no te arruinan. Mi marido quería dejarlo en la zona de la avenida de Hernán Cortés, por donde está la escultura a caballo que tanta gracia les hizo a mis hijas.
Fuimos directos al centro histórico, considerado Patrimonio de la Humanidad. No me extraña que lo sea porque es de los cascos históricos medievales mejor conservados que he visto.
Desde las afueras de Cáceres llegas al centro en unos diez minutos de caminata. La oficina de turismo está al lado de la catedral. Pasamos de información turística. Nosotros preferimos siempre ir a nuestro aire, descubrir los rincones de las ciudades sin guías que nos condicionen.
Después de dar unas vueltas por Cáceres, llegamos a la ermita de la Paz, pasamos bajo el arco de la Estrella, un arco que data del siglo XV y por el que pasas para lo que es el recinto amurallado.
Me gustó en la plaza de Santa María, el palacio de Carvajal, donde está la oficina de turismo. El palacio episcopal, es de estilo renacentista y tiene una fachada muy rarita. Mi marido le hizo un montón de fotos. Últimamente está muy interesado por la arquitectura. Quería entrar en la Santa María la Mayor, también llamada concatedral, pero le dije que ni hablar. Yo no subía a aquella torre con mis tacones y tirando de dos niñas que empezaban a epdir helados.
Fuimos hasta la Plaza de los Golfines, miramos los palacios que hay allí. En uno de estos palacios se alojaban los Reyes Católicos cuando andaban por la zona de reconquista. Fue lo que nos dijo mi marido. Mi santo sabe un montón de historia. Por eso no necesitamos guías.
Acabamos en la zona del convento de la Compañía de Jesús. Enfrente de la iglesia y el convento está el palacio de los Becerra. No quise ver más palacios y mucho menos la exposición que allí había. Dejé a mi marido dando vueltas y me fui con las crías a tomar algo. Después de tanta caminata, yo también tenía hambre.