Lo que más me gusta del Parador de Cádiz es que tenga acceso directo a la playa. Yo soy de vacaciones de sol y playa. Por eso cuando mi chico me dijo que había hecho una reserva en un parador que tenía playa no creía mi suerte. Los paradores que me encuentra son para vacaciones de jubilados tristes, no para una pareja joven como somos nosotros. A mis hijas les pasaba lo mismo: no se creían que estuviéramos en un parador.
Tampoco te lo crees por el edificio, un edificio de moderna estructura arquitectónica, con estancias luminosas y muebles prácticos. Nuestra habitación era tan grande como un piso sin paredes. No tuvimos problemas de espacio. La cama era grande. Nos pusieron una cama a mayores para las niñas, teníamos un saloncito con sillones cómodos, escritorio, caja fuerte, televisión de plasma, conexión wi fi... También teníamos unas preciosas vistas al mar y a la bahía.
Mi marido no descarta volver. Está pensando organizar las reuniones de comerciales de su empresa en las salas de convenciones del Parador de Cádiz. Estuvo mirándolas cuando estuvimos por allí y le encantaron. A mí lo que me gustaron mucho fueron los salones para eventos. Coincidimos con una boda. Una ve una boda y le vienen ganas de ser la invitada. Me encantan las fiestas.
Os lo recomiendo. En el Parador de Cádiz se come muy bien. Tienen en su restaurante una fritura gaditana que quita el hambre. El lenguado al estilo de Cádiz está que te chupas los dedos. Hasta me gustó la dorada, y mira que es un pescado que no me va ni cuando lo prepara mi madre. Allí hacen dorada de Estero. Es más jugosa que la que compro en la pescadería de mi barrio.
Otra ventaja es lo amables que son los empleados del parador. Tienen canguros para que puedas ir a cenar con tu marido o con el hombre de tus sueños, si es otro, sin niños. Mis niñas se divirtieron mucho con las chicas canguros. Eran un encanto. También fueron a la animación infantil. Se lo pasaron de cine. En el Parador de Cádiz hay muchos niños. Los turistas suelen ser familias con críos.