Los hoteles de fuera de España no están a la altura de los hoteles españoles. Por eso cuando estamos en el extranjero me decanto por hoteles más caros porque sé que estoy contratando un hotel que aquí vendría ser un tres estrellas. El Ostello Bello resultó ser una pensión llena de estudiantes y gente joven. me alegré de estar sola. Cuando me llamaba mi marido le decía que el hotel era precioso para que no se preocupara por mí. Lo hubiera hecho si le contara que estaba rodeada de turismo de mochila. Era horrible.
Por fuera este hotel engaña. Ves un edificio señorial y no te esperas un establecimiento hotelero que te ofrece hasta habitaciones compartidas con desconocidos. No hubiera aceptado una habitación compartida ni en mis tiempos de estudiante. ¿Cómo vas a compartir los ronquidos de una extraña?
El bar del hotel es como un bar de barrio de los años sesenta en España. Yo aquellos apaños de sillas, mesas y decoración de pretecnología de niños sólo lo había visto en series de televisión de la década de los sesenta. Cutre a más no poder.
Lo mismo puedo decir de las habitaciones. La mía no era compartida, pero tenía unas camas individuales que parecían venir de un hospital. Eran igualitas a las camas de hierro pintado de blanco que hay en los hospitales.
La única ventaja que le encontré a este hotel fue su ubicación. El Ostello Bello se encuentra a diez minutos a pie de la catedral de Milán y cuenta con tres terrazas amuebladas con hamacas más viejas que mi bisabuela. Los huéspedes reciben una bebida gratuita a su llegada que yo no acepté. Fue entrar y no apetecerme ni un vaso de agua. Otra ventaja es que se ofrece conexión Wi Fi gratuita en todas las instalaciones. La conexión Wi Fi funcionaba muy bien.
No os recomiendo el Ostello Bello de Milan. Hay hoteles mucho mejores. Este hotel es para estudiantes y mochileros a los que no les importa vivir como en un albergue de pobres.