No suelo usar máscara de pestañas por muchos motivos. El primero es porque me da muchísima pereza desmaquillarme después. Unas pestañas con máscara precisan de un desmaquillado más concienzudo que si simplemente llevas sombra de ojos.
El otro motivo es porque utilizo gafas y mis pestañas son largas, con lo que si las maquillo con una máscara de esas de efecto volumen o longitud, éstas me dan en los cristales.
Sin embargo, hay días en los que hay que ponerse un poquito más de maquillaje del habitual y para esos días me gustan las máscaras de este tipo.
El cepillo es súper finito, con lo que el acabado es muy natural. No carga mucho de producto la pestaña pero las define muy bien. Las alarga y las peina, pero lo mejor de este producto es que de larga duración. Resiste a la humedad y no se mueve en todo el día. Y, contra todo lo que podría pensarse, se desmaquilla fácilmente.
Que el cepillo sea tan finito hace que el uso sea sencillísimo. Es muy fácil llegar a la raíz de las pestañas, recubriéndolas desde su base para aportar densidad sin apelmazamiento. Además, las cubre con una capa de color negro intenso y brillante, haciendo que la pestaña parezca más negra.
Por último hablaros del precio. No es barata pues no hay que olvidar que Elizabeth Arden es una marca de lujo. Son 24€, pero teniendo en cuenta el resultado y lo que cunde porque gastamos muy poquito producto por aplicación, merece la pena.