El Hotel dei Consoli es un hotel perfecto para los obispos. Tiene unas habitaciones tremendamente espartanas. Sólo tienen cama, una mesilla a juego con la cama y una mesa auxiliar detrás de la puerta. Te vienen ganas de rezar.
Mi chico ser reía de mí. Yo había elegido este hotel porque está a unos pasos del Vaticano. No quería andar. Llevaba a las niñas a ver las riquezas vaticanas y mis hijas no son niñas de andar muchos metros sin protestar. Lo que no esperaba era encontrar unas habitaciones más propias de un convento que de un hotel.
Lo mejor era la terraza de arriba, donde había un restaurante. Estaba en la azotea y veías las calles de los alrededores. Fuimos una noche a cenar. Me salió cara la cena porque me acatarré. Por eso no os recomiendo subir al restaurante del Hotel dei Consoli si hace frío.
Los desayunos los servían arriba, en la terraza. Sólo fui un día. Los restantes días tuve que ir a desayunar a una cafetería. Mi catarro no se curaba exponiéndome al frío del tejado. Tampoco me perdí mucho: el desayuno era pobretón. Zumos contados, bollería contada y hasta el café parecía medido por la pobreza.
No os recomiendo ni os dejo de recomendar el Hotel dei Consoli. Está bien por su ubicación si vas a hacer turismo al Vaticano. Si quieres comodidades, no es tu hotel. En ese palacio imperial sin mucho lujo no tienes las comodidades que seguramente disfrutas en tu casa. La única comodidad que me encontré fue una bañera hidromasaje en el cuarto de baño de nuestra habitación. Mi chico decía que era para los obispos: los debe haber que les gusta ducharse como Dios manda.
Hablando de obispos, es cierto que se alojan en este hotel. Yo vi algunas sotanas que parecían llevar dentro hombres importantes. Muy educados, eso sí. Te saludan aunque no te conozcan.