¡¡Buenas a todos!!
Hace algún tiempo atrás era asiduo a apuntarme a gimnasios con eso de hacer algo de deporte y mantener un poco la línea. La verdad que he estado apuntado a varias empresas de gimnasios de Vitoria, pero ésta ha sido la última en la que he estado y os vengo a contar mi experiencia con los gimnasios Altafit, en este caso de Vitoria.
Los gimnasios Altafit empezaron a existir como una empresa de gimnasios lowcost o lo que es lo mismo, unos gimnasios baratos. El de Vitoria, que es del que os vengo a hablar yo, se encontraba situado en la calle Domingo Beltrán, 1 pero en la actualidad se han trasladado al centro de Vitoria, en la calle San Prudencio, donde estaban los cines Guridi.
Recuerdo que cuando llegó a Vitoria fue masiva la cantidad de gente que nos apuntamos guiados más que nada por su precio. El precio que ofrecía si no recuerdo mal era de 19,90 € al mes. Esa era su oferta publicitaria y el gancho necesario para atraer al público.
Pero en si la publicidad era un poco engañosa pues a esto tenías que sumarle el pago de una matrícula y el precio del mes CON EL IVA, así que salía al final por unos 23 euros aproximadamente. Precio que seguía estando realmente bien pero ya no era como el anuncio ponía.
El local donde lo tenían en Vitoria era super grande, tenía una zona de spa, una cafetería, una zona de máquinas para chicas, una zona de musculación y una zona de cardio. Además contaba con una primera planta con espalderas, colchonetas y otros aparatos para hacer deporte de una manera más tranquila.
Evidentemente también tenía sus respectivos vestuarios, el de chicos y el de chicas bien separados. El de los tíos era bien grande pero la zona de cambiarse ya que la zona de las duchas se limitaba como mucho a 10 y con la gran afluencia de gente que iba muchas veces había que esperar ya desnudo a que alguien terminase de ducharse para entrar tú cosa que no me parece muy normal.
Los vestuarios estaba continuamente o muy a menudo un chico limpiándolo aunque no muy a fondo. Las taquillas estaban partidas como en dos y eran algo estrechas sobre todo en meses de frío cuando había que meter la ropa, las zapatillas, la cazadora y la mochila. Había que llevar por cierto un candado personal para estar seguras tus pertenencias aunque ellos también vendían candados.
Yo personalmente hacía cardio, prefería sudar que hacer músculo. La zona de músculo estaba llena de los típicos tíos que se tiran horas y horas dándole al brazo y a la lengua y parece que no tienen prisa por trabajar. La zona de cardio era más un ir y venir de gente. En esta zona había varias máquinas donde se podía ver bicis, cinta, elípticas, bicis con espalda apoyada, remos y escaleras.
La sala estaba ambientada con algo de música aunque muy bajita y para mi gusto muy mala. Como anécdota un día pusieron la de La Ramona de Fernando Esteso. Os juro que miré hacia arriba a ver dónde estaba la cámara. En la sala también había televisiones con canales varios.
Las máquinas se suponen que estaban preparadas para poner la música o radio. Digo que se supone porque si cogías alguna que funcionara bien y se oyera, era un milagro.
Y como decía, debido a su precio y las ofertas que hacían de trae un amigo y os regalamos la matrícula en el gimnasio había gente hasta debajo de las piedras. Y como consecuencia, ¿que? Pues tiempo de espera para ducharse, no había ni una máquina libre para hacer deporte y aquello se convertía al menos para mi en una pérdida de tiempo con el cabreo consiguiente.
La sala además se notaba el ambiente super cargado. Me daba la sensación que cuando el gimnasio se vaciaba no ventilaban bien el local. Había días que olía muchísimo a sudor retenido.
Comentaros ante todo que la atención de los monitores que había repartidos por la sala era atenta y cuando tenías alguna duda con las máquinas enseguida te enseñaban. También os comentaré que como todo, había unas horas clave para no ir al gimnasio ni por asomo. Yo cuando daban más de las 6 de la tarde ya optaba por no ir porque sabía que no iba a haber sitio ni para cambiarme en el vestuario. Lo bueno era ir en las horas centrales o madrugar cuando aun no era ni de día y muchas veces no era plan.
También comentaros que había clases: de spining, de zumba y alguna más que no recuerdo. En una ocasión estuve en la de spining y metían caña y estuvo muy bien. Tenían sus horarios como suele pasar con las clases. Lo malo de nuevo ocurrió con la masividad de la gente. Al final por conflictos optaron por poner una hoja donde la gente se apuntaba a la clase según llegaba al gimnasio. Igual había sitio para 50 personas, 50 bicis y si llegabas el 51 ya no podías entrar. Es decir, ¿he ido al gimnasio para dar una clase de spining y no puedo porque ya no quedan bicis?
Pero en este papel se basaban a la hora de echar a alguien de clase. ¿Estás apuntado, no? -No. Pues nada, tienes que salir. Sinceramente no lo entiendo.
Al final por falta de tiempo, porque me iba una temporada a trabajar fuera y de lo quemado que acabé con estos matices, me acabé desapuntando.
Hoy en día en el centro no sé como estarán sus instalaciones, la gente que habrá apuntada y lo servicial que es. Si siguen el método anterior, yo personalmente por barato que sea no os lo recomiendo. Ya os digo que había días que me tenía que ir porque no tenía máquinas para hacer deporte y luego esperar en el vestuario desnudo a una ducha libre, con el consiguiente frío de después de sudar.
Un saludo a todos.