Me llamó la atención que Alzira conserve parte de su muralla antigua. De hecho, hasta no hace tantos años, en la Villa de Alzira, el barrio antiguo de la ciudad había una muralla. No sé como la gente no tenía claustrofobia con tanta muralla. Yo prefiero aguantar a los piratas a tener que vivir en un sitio con dificultades para salir y para entrar.
En todo caso, hoy no hay piratas en Alzira sino muchos turistas, demasiados para mi gusto. En temporada alta parece que estás en una ciudad en fiesta continua. El verano pasado mi marido nos llevó al Parque Natural de la Murta para escapar un poco del mundanal ruido que había en las playas de los alrededores. Pudimos respirar un poco de aire puro en una tarde en la que las niñas lo pasaron mejor que yo. Acabamos la visita al parque con una visita al Monasterio de la Murta. Un sitio tan triste como una monja. Casi me vino la depresión mirando la fachada del monasterio.
Hay muchos edificios antiguos en Alzira. El mismo ayuntamiento de la ciudad, es un edificio que data del lejano siglo XVI. Se nota que es una ciudad con mucha presencia eclesial en el pasado. Fuimos paseando hasta las Escuelas Pías. Ahora es la Casa de la Cultura, pero se nota que anduvieron por allí los curas. El edificio tiene un aire muy eclesial.
Os recomiendo visitar Alzira. Si te apartas del monasterio, de las escuelas Pías y de las iglesias lo pasas bien. Eso es lo que no me gusta de Alzira: su pasado clerical reflejado en muchos monumentos. Tiene otros sitios para visitar. Por ejemplo La Casa Museo de la Magia. Mis hijas lo pasaron de cine allí dentro. Si vas a Alzira, puedes dedicar la mañana a caminar por las calles del casco antiguo, finalizando la visita en la Plaza de la Constitución o en la Plaza Cassasús; y por la tarde, continuas andando hasta las Murallas del Viejo Mercado en el Parque de Arabia Saudita y seguir la caminata hasta la Plaza Mayor. También es recomendable visitar el Museo Municipal de Alzira. Nosotros no nos fuimos de Alzira sin acercarnos a la costa en Cullera. La playa es un placer que no me prohivo.