Yo conocí Setúbal cuando no era más que una aldea de pescadores. Pasé allí unas vacaciones de Semana Santa con mis padres y mi hermana. El año pasado fui a pasar un fin de semana romántico con mi marido y me encontré una ciudad. Ahora tendrá unos 100.000 habitantes. Ha dejado de ser el bonito pueblo marinero para convertirse en una pequeña ciudad que centra su actividad económica en el turismo.
No me extraña que los turistas la hayan elegido como lugar favorito de vacaciones porque tiene unas playas muy lindas. No sólo tiene playas, por supuesto. En Setúbal no debes dejar de visitar el Forte de São Felipe de Setúbal, las murallas de la ciudad (una de origen medieval y otra más moderna, del Siglo XVI), y algunas iglesias, como la Iglesia Santa Maria da Graça, una de las iglesias más bonitas de Setúbal.
Yo confieso que fui por las playas. Soy una turista muy de sol y playa. Mi marido hizo más turismo cultural que servidora. Mientras él iba a descubrir la ciudad, a revisitar lo que habíamos visto en la primera tarde que pasamos en Setúbal, yo tomaba el sol en alguna de las playas. Hay diez. Tuve donde elegir.
El último día que pasamos en Setúbal, convencí a mi esposo para ir hasta las playas de la Península de Troia. Compramos los billetes en la máquina expendedora que te los vende en el puerto y por cinco euros por cabeza cruzamos el charco hasta otras playas también muy frecuentadas por los turistas. Lamentablemente, poco pudimos disfrutar. Mi marido se me había empachado con el famoso salmonete que es típico de Setúbal. Creo que le sentó mal la salsa que le ponen. Yo había comido unas almejas aderezadas con ajo y limón y no sufrí sus dolores de barriga.
Os recomiendo visitar Setúbal. Nosotros fuimos en tren desde Lisboa. En verano hay tren cada hora. Muchos lisboetas aprovechan para ir a las playas de Setúbal. En una hora se ponen en Setúbal, una ciudad que se está poniendo muy de moda en Portuagal.