Todos hemos tenido un abuelo del que sentirnos orgulloso. El señor Amela además de abuelo ha tenido un tío para hacerlo protagonista junto con el abuelo en su novela que nos vende como una historia real de su familia. De esto va Yo pude salvar a Lorca de Víctor Amela, una novela que parece que ya has leído cientos de veces. No es nada nuevo lo que nos cuenta en sus muchas páginas.
Después de su lectura me quedé con la sensación de que el abuelo lo encumbra al heroísmo de los pobres. Casi te preguntas por qué no sería famoso después de su valor para salvar a los rojos de las matanzas a los que los sometían los nacionales. Es lo que hace este hombre en la Granada de 1936. Puestos a salvar intenta salvar a García Lorca de su trágico final. Todos sabemos que al famoso poeta no lo salvó ni la buena suerte. Luis Rosales, el amigo que lo tuvo una semana escondido en su casa, no se sabe si hizo todo lo que pudo o no. En la novela el autor lo deja mejor que lo dejan los historiadores.
Lo que agradeces en este libro es que los capítulos sean cortos. Parece que vas más rápido en la lectura cuando los capítulos tienen pocas páginas. Esto te ayuda a terminar el libro. Otra ayuda para avanzar en la lectura es la aparición del tío en una Barcelona de trabajadores alerta, ajustes de cuentas, delaciones y traiciones. Es la parte que más me gustó de esta novela que os recomiendo pese a que no es de diez ni casi de cinco. Es un dramón familiar que casi parece un culebrón. Le falta una dosis de amor intenso para ser culebrón.
No es una novela para leer cuando estás deprimida. Eso no. Es un dramón horrible. Lo de las traiciones y delaciones te hunde. ¿Cómo puede ser la gente tan mala? te preguntas. Son las miserias que saca a flote la guerra.