La Casona de la Peña en Ajo, Cantabria: un hotel en una casona palacio

Acerca de:La Casona de la Peña [Ajo]
Ventajas:dichas
Desventajas:dichas
Los tres días que pasamos mi chico y servidora en La Casona de la Peña en Ajo, Cantabria, fueron inolvidables. Esta casona palacio del siglo XVII no te deja indiferente. Ves que sus dueños se han ido dejando el dinero a lo largo de los siglos en la compra de las obras de arte que adornan todos sus rincones. Donde no ves un espejo ideal ves una cerámica o una pequeña escultura que piensas que quedaría bonita en el salón de tu casa. Yo saqué muchas ideas para mi casa mirando la decoración de este pequeño hotel con mucho encanto.

Tampoco te deja indiferente su jardín con sus ocho mil metros cuadrados de extensión. Es lo suficiente grande como para que puedas pasear sin agobio. Y no es tan grande grandísimo como para que te pierdas entre setos y árboles.

Mi chico hizo muchas fotos de la torre blasonada, la capilla, el jardín delantero tan cuidado y hasta sacó fotos del recibidor. Yo temía que le llamaran la atención. No me gusta que saque fotos como un japonés. Hay que ser discretos. En todo caso, no era el único fotógrafo aficionado que había por allí. Un señor mayor se empeñó en que le abrieran la capilla para sacar fotos del interior. Creo que los domingos dicen misa en la capilla. No pudimos comprobarlo porque llegamos un jueves y marchamos el sábado.

Yo me hubiera quedado más días de haber podido. Me gustó mucho la habitación. Era una habitación regia y espaciosa con losas de piedra en los suelos y muchas vigas de madera en el techo. Todo el techo abuhardillado del cuarto estaba sostenido por un montón de vigas de madera. Me comentó la camarera de habitación que eran unas maderas de hacía cuatrocientos años. Quedé a cuadros. No se veía nada de polilla en aquellas vigas. La cama tenía una colcha más blanca de la nieve que se veía nuevecita. Los espejos de palacio daban vidilla a las paredes. Del techo colgaban unas lámparas de estilo velas colgantes. Era un cuarto que nos inspiró noches de luna de miel.

Poco salimos del hotelito. Sólo fuimos andando hasta las Playas de Cuberris. No estaba el tiempo para darse un chapuzón en el mar. Sólo nos atrevimos a descalzarnos y pasear por los arenales. El mar estaba algo bravo, pero no era para tanto. Una señora nos dijo que saliéramos de la playa porque podía venir una ola y acabar con nuestras existencias. No fue para tanto. Ni nos salpicó el oleaje. Hay que saber pasear por una playa en invierno.

Os recomiendo La Casona de la Peña en Ajo, Cantabria, un pequeño hotel de estancias regias y espaciosas decoradas con buen gusto. Yo pienso volver con las niñas para que puedan apreciar lo que es alojarse en una casa con mucha historia, tal como atestiguan los escudos de la torre.
Fecha:08:24:35 16/06/19
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Votos:no disponible.
Categorías:Viajes