Ladrones de vidas de Eugenia Tusquets es un thriller social que se basa en un hecho real de actualidad: el drama de los bebés robados durante el franquismo y los primeros años de la democracia. Con una narración ágil la autora va enganchándote con una trama más que conocida por las personas que leemos todos los días los periódicos. Nada de lo que lees en el libro te resulta nuevo. Tienes la sensación de estar leyendo lo de siempre, un tema muy manido que invita a tomar el pañuelo y a llorar.
La novela se centra en dos personajes: por un lado Benicio, el hombre que investiga el caso de un bebé robado nada más nacer, por otro lado está Emma, una mujer estadounidense que descubre que es una niña adoptada. Lo descubre de la peor manera posible: cuando necesita el ADN suyo, de su pareja y de los abuelos de su hijo diagnosticado con una enfermedad rara. Emma nos narra en primera persona su drama.
También utiliza la autora la primera persona para poner en boca de Benicio, del investigador, sus periplos para buscar el paradero de un bebé robado en la década de los años setenta. Nadie colabora. Las pruebas han sido destruidas. La Justicia y los políticos miran para otro lado.
Os recomiendo el libro. No es un libro que esté bien escrito, pero sirve para la buena causa de financiar a la asociación que ayuda a las familias de los niños robados. Tienen todo el derecho del mundo a descubrir el paradero de los bebés que les fueron arrebatados en su día con la colaboración de los médicos y de las monjas. Siempre la Santa Madre Iglesia pecando y delinquiendo, porque un delito es arrebatar a una madre de sus brazos el bebé que acaba de dar a luz.
Yo leí el libro a ratos. Como os decía, la trama la has leído y escuchado un montón de veces en los medios de comunicación. El tema de los niños robados está bastante presente en las noticias. Debería estarlo más. Todos tenemos derecho a conocer nuestra identidad y a que nadie nos robe un hijo. Ya ha pasado. Que no vuelva a pasar. Y que los niños que han sido robados tengan la oportunidad de abrazar a sus familias biológicas, la oportunidad de saber que han sido unos bebés amados por su familia de origen. La mejor Justicia que se les puede hacer a padres, madres, hijos e hijas es esclarecer los hechos.