Silencio es la palabra que define La Posada de Salaverri en Hontoria de Valdearados, Burgos, un hotel rural que sólo tiene cinco habitaciones. Nosotros pasamos tres días en los que me sentí como en la casa de mi abuela. Todo era tranquilidad. Tuvimos la suerte de estar solos. No había más gente alojada.
Esta casona fue en su día un viejo molino. Sus dueños tuvieron la buena idea de transformarlo en un hotelito rural para sacar dinero a la vez que nos dan la oportunidad a los urbanitas de disfrutar de la naturaleza del campo de Burgos. La decoración es muy rústica. Los suelos son de barro, cosa que les llamó la atención a mis hijas. Nada nuevo bajo el sol. Yo ya conocía los suelos de barro. Muchas casas de mi aldea los tenían cuando yo era niña. También la antigüedad estaba presente en las cortinas. Pude enseñarles a mis hijas unas cortinas igualitas a las cortinas que había en la casa de mis abuelos. Mi chico les sacó fotos a las niñas delante de las cortinas de encaje de nuestras habitaciones. Eran divinas. No sé si acabaré buscando alguna cortina de encaje para mi casa. En la cocina quedarían bien.
Se veía mucha madera trabajada a mano en techos, paredes y muebles. Piedra, madera, barro cocido estaban presentes en las dos casonas unidas por un anexo. Esto no quiere decir que nos faltaran comodidades. Teníamos un buen televisor de plasma, bueno dos, porque alquilamos dos habitaciones: una para nosotros y otra para las niñas.
Os recomiendo La Posada de Salaverri en Hontoria de Valdearados, Burgos. Sólo por el bonito jardín que tiene para pasear alejada del mundanal ruido ya vale la pena hacer una reserva para un fin de semana. También merece la pena por lo bien que se come. Me acordaré toda la vida del suculento asado que nos sirvieron.
Los alrededores de La Posada de Salaverri en Hontoria de Valdearados, Burgos, son muy campestres. Nosotros sólo salimos para hacer una visita al Museo Étnico. Fuimos andando. Falta nos hizo para quemar las calorías de la comida.