A mi marido le gusta mucho La Rioja. Su padre iba a la vendimia cuando él era niño para poder incrementar un poco los escasos ingresos de la familia. Por eso mi santo está muy agradecido a los riojanos. El año pasado nos llevó a mi y a las niñas a ver los lugares que visitó durante su infancia su progenitor. Nos alojamos en la Hospedería Señorío de Briñas, en Briñas, un hotel rural en medio de un paisaje de viñedos y bodegas.
Me gustó la casona. Tiene una fachada de sillería del siglo XVIII que no tiene nada que envidiar a algún palacio real. Dentro te sientes como en casa gracias al trato cercano de sus propietarios. Te tratan más como a una invitada que como una clienta. Nos dieron dos habitaciones con camas limpias, muebles antiguos y el buen gusto de una decoración que no olvida el pasado de la vieja casa.
La arquitectura de otros tiempos se hace presente en los muros de sillería, en los balcones de forja. No faltan detalles un poco pasados de moda. Por ejemplo, los viejos radiadores. Mi marido decía que no funcionaban. No pudimos comprobarlo. Eran días de sol y altas temperaturas. Los suelos de madera listada se veían muy limpios. Limpieza es lo que inspira este hotel rural por dentro.
Encima del albañal, en la antigua cuadra, pudimos ver una exposición de antigüedades. No me interesaron mucho. Yo soy fan de Ikea. Los muebles viejos no van conmigo. Nunca compraría un sillón Luis XVI.
A mis hijas les llamó mucho la atención el desagüe de tejas en forma de palmera que había en la suite 7. Nosotros queríamos la suite dúplex. No fue posible cogerla: estaba ocupada. Pero quedamos contentos en nuestras habitaciones más sencillas. También teníamos un arco bizantino, pomos en las puertas antiguos, herrajes decorativos y unos toalleros en los cuartos de baño que procedían de los primeros aseos que tuvo la casona.
Os la recomiendo. La Hospedería Señorío de Briñas en La Rioja tiene una buena ubicación para hacer una excursión por los campos de vides. No faltan iglesias para visitar por los alrededores. Mi santo quería hacer un tour religioso como cuando viene su madre con nosotros. Sólo acepté ir a ver dos iglesias: la basílica de la Vega y la iglesia de Santa María. Me interesaba más ver las casonas hidalgas que hay a unos cuatro kilómetros. Muchas conservan las viejas bodegas.