El Pazo Galea en Alfoz, Lugo, es un pazo que parece más antiguo de lo que es. Cuando estuvimos pasando unos días en este alojamiento rural nos comentaron sus dueños que era del siglo XIX. Si me hubieran dicho que era de la Edad Media lo hubiera creído. Su fachada es sinónimo de antigüedad.
Lo que no me gustó nada fue el agua salvaje del molino. Lo mantienen tal cual. Mete miedo ver el agua salir por debajo de la casa y filtrarse por las paredes del cauce del río.
El Pazo de Galea fue en el pasado una gavera, hoy en desuso. Está en el Val do Ouro, rodeado de naturaleza. Mi marido se empeñó en ir a ver cómo el agua corre en total libertad entre pinos, manzanos y campos de helechos. El agua se hace con las acequias y azudes y va dejando una sinfonía al pasar que me ponía de los nervios. No me gusta el agua desatada.
Las habitaciones están en una torre paceña, lo mejor del pazo. No me importó tener justo al lado la capilla. Dormí como una bendita. Aquello todo era silencio. Estaba tan a gusto que hasta me olvidé del molino que había fuera. Los molinos de agua nunca me gustaron.
Nuestra habitación era modesta. Esperaba algo mejor. También esperaba un estilo más rural. Se ve que los responsables del pazo optaron por no gastar mucho en su decoración. Lo que no estaba mal era la vieja lareira. Se estaba calentita sentada a su lado. Mi marido aceptó una copa de aguardiente caliente. No le sentó muy bien. El aguardiente no es para todos.
Os recomiendo el Pazo Galea para pasar unos días tranquilos. Poca gente va por allí. Nosotros nos perdimos varias veces antes de llegar. Tomamos la carretera de Villalba y no encontrábamos el desvío a Alfoz. Cuando lo encontramos habíamos estado en Mondoñedo y Viveiro. Peor fue liarnos con el desvío a Alfoz. Todo por culpa de Siri.
Una vez en el Pazo aprovechamos para hacer algo de senderismo por nuestra cuenta. Fuimos andando hasta Castro de Ouro, a la torre de homenaje de Pardo de Cela. El segundo día subimos al coche, recorrimos 22 kilómetros y llegamos a Sargadelos, una fábrica de cerámicas.