El Museo Nacional de Escocia me dejó impresionada. Es un museo interactivo. Todo se toca. Museo Nacional de Escocia es que se trata de un museo interactivo. Mis hijas lo pasaron de cine. Puedes aprender jugando lo que te cuesta aprender en la escuela.
Entre las cosas que más impresionan se encuentran las referencias a la máquina de vapor creada por un escocés durante la Revolución Industrial, manuscritos de Charles Darwin o la mismísima oveja Dolly, el primer animal clonado del mundo. La oveja Dolly tiene la misma gracia que la cabra de la Legión.
Nosotros entramos buscando cobijo ante la lluvia. Mi marido nos propuso una tarde de museo para estar calentitas. La calefacción es fantástica dentro del museo. Fue entrar y no querer marchar. Me sentía como una niña recién regresada a la infancia.
No nos perdimos la terraza del último piso. Tiene unas vistas fabulosas. Ves toda la ciudad de Edimburgo. Había mucha gente en todas las plantas. Yo creo que la gente entra atraída por las entradas gratuitas. Una vez dentro te sientes atrapada por la magia de lo que allí se ve: esqueletos de dinosaurios, monedas de la época vikinga, colecciones de tartán… incluso la réplica de un coche de fórmula uno.
Os lo recomiendo. El Museo Nacional de Escocia está en el centro de Edimburgo. Espero volver pronto para pasear por la Gran Galería, bajo su techo alto que da una sensación de luminosidad y espacio. Me sentí como dentro de una catedral. Mi marido se sintió más fotógrafo que nunca. No paraba de sacarnos fotos a mí y a las niñas.
Tampoco se libro de una sesión de fotos la oveja Dolly. Me dio pena. La ovejita más famosa del mundo está muerta y disecada. Su clonación se llevó a cabo en el Instituto Roslin, que hoy es parte de la Universidad de Edimburgo.
No debes perderte tampoco las pinturas de Margaret Macdonald, ideales para los amantes del Artdecó. Son de lo mejor del Museo Nacional de Escocia. Lo que no os recomiendo son los ataúdes pequeñitos y una especie de guillotina. Meten miedo.