La Habana Vieja en Cuba es la parte antigua de su capital. Nosotros estuvimos por allí justo antes de la Covid-19. Estaba más vieja que nunca. Se notaba que sus habitantes no tienen dinero para remodelar las casas. Vimos restos de la muralla que empezaron a tirar el año 1863. Consideraron que ya no necesitaban unas murallas para defenderse de los invasores. Tampoco pensaron que las murallas serían un atractivo para los turistas. Entonces el turismo todavía no existía. Sólo había emigrantes por motivos económicos.
Mi marido decía que aquellos edificios de poca altura le recordaban edificaciones viejas de las ciudades gallegas. Tal vez por los arcos. Los colores de las fachadas me recordaban algunas zonas de Buenos Aires. Nosotros la recorrimos toda. Es una zona segura. Puedes ir caminando sin temor a que te asalten, sobre todo si vas discretamente vestida. Mi marido y yo intentamos mezclarnos con la población local sin parecer turistas. La Habana Vieja tiene mucho que ver. Unos 900 edificios históricos llenan sus calles. Todo es antiguo. Los coches parecen de nuestros tatarabuelos. En Cuba se vive más en el pasado que en el presente.
Los edificios de la Habana vieja son un resumen de la arquitectura antigua. Se ven muchos edificios barrocos y no faltan fachadas Art Decó. En la vieja Habana se vivió bien antes de Fidel. Había muchos ricos.
Os recomiendo visitar la Habana Vieja. Empiezas el recorrido en la plaza de la Catedral y te pierdes por las calles que la rodean llegando al Callejón de El Chorro. Das unas cuantas vueltas hasta la Plaza de Armas. Llaman la atención sus adoquines de madera. En esa plaza quitaron la estatua del rey Fernando VII y pusieron la de Carlos Manuel Céspedes, el iniciador del camino hacia la independencia de Cuba.
No le perdoné a mi marido una tarde de compras. En la calle Mercaderes, entre tiendas de artesanía y museos, estuve en mi salsa. Esta vía sin coches es famosa por sus tiendas esotéricas, pero también por sus restaurantes y sus proyectos sociales entre los que destacan una cooperativa de costura o una casa de maternidad. Compramos varios amuletos. No creo en esas cosas, pero, todo lo que dicen que da suerte acaba en mi bolso. Soy una supersticiosa a mi manera.
En la Plaza de San Francisco de Asís, encuentras una iglesia del siglo XVI que luce con esplendor junto con algunos edificios coloniales que pintados con colores chillones en tonalidades verdes, rosas y azules.
Hay mucho que ver en la Habana Vieja. Espero volver pronto. Me encantaría hacer el próximo viaje a La Habana con mis hijas.