Los snacks no pueden faltar en mi casa. Es cierto que subieron mucho los precios, pero unas Patatas Fritas Jamón Ruffles son mi salvación en las meriendas con amigos. Abres el paquete y te olvidas de hacer aperitivos en la cocina porque nos gustan a todos.
Vienen en bolsas de plástico de 275 gramos. Es el pack económico de Ruffles, de más cantidad y más precio. Te cuesta la bolsa 2,85 euros. Me parecen un poquito caras. Por eso espero a que haya oferta para llenar la despensa.
Esta semana tuve la suerte de conseguir la segunda unidad a mitad de precio. Aproveché para llenar el carro de patatas fritas que escondí en casa bajo siete llaves. Mi marido y mis hijas se lanzan a por las patatas cuando las ven. Hay que quitárselas de delante.
La verdad es que estas Patatas Fritas Jamón Ruffles son adictivas. Tienen un sabor a jamón y un poquito de picante que las hacen muy apetecibles. Pero no son nada sanas. En mi casa no les dejamos a las niñas picar en este snack sobrado de sal.
Lo que no tienen es gluten. Las puede comer todo el mundo. Este es otro motivo para comprarlas para las meriendas con amigos y amigas.
Os las recomiendo. Las Patatas Fritas Jamón Ruffles las encuentras a vender en todos los supermercados y grandes superficies. Ruffles es una marca clásica en los lineales de patatas fritas de paquete.
El envasado de estas patatas es el clásico de la marca: letras rojas e imagen de las patatas fritas sobre un discreto fondo color vino. Ni me gusta ni me disgusta. Pero notas que es un envase más pensado para el consumidor adulto que para el consumidor joven o infantil.
Lo veo en mis niñas: nunca le echan mano a este paquete. Ni siquiera les gustan. Tendría que decir que afortunadamente no les gustan porque no son un snack nada sano para niños y niñas.