La Catedral de Oviedo pega muy bien con la ciudad y es que es de lo más señorial. Además está magníficamente conservada y muy limpia, lo que todavía le da un aspecto aún más majestuoso. También contribuye a esa imagen el entorno y es que está ubicada en una amplia plaza totalmente peatonal en la que hay un montón de edificios de piedra, una pequeña fuente y la famosa estatua de La Regenta.
Esta Catedral es bastante grande, destacando la alta torre que tiene, acabada en un puntiagudo pináculo con volutas, muy al estilo de las catedrales castellanas. Es lo que más llamó mi atención. Eso, y que la catedral no es nada simétrica, al contrario de lo que ocurre con la mayoría de estos edificios.
La catedral es visitable, al menos las tres veces que he estado en Oviedo me la he encontrado abierta. Además es gratis, así que no os perdáis su interior, aunque no llama demasiado la atención pues no deja de ser una catedral estándar, con 3 naves, vidrieras, rosetón, altar y numerosas tallas religiosas. Quizá tampoco llamó mucho mi atención porque entramos a media tarde, cuando ya no había mucha luz y claro, las catedrales son oscuras de por sí, pero si fuera no hay mucha luz, dentro estaremos en penumbra y claro, pues no luce demasiado.
Aún así, creo que es uno de los edificios más destacables de la ciudad y de obligada visita. Está junto al casco histórico y es un lugar de paso obligado desde la calle Gascona (la de las sidrerías) a la plaza del ayuntamiento, todos rincones preciosos de la ciudad.