Ronda es una ciudad muy bonita que siempre me pareció perfecta para unas vacaciones tranquilas en Andalucía. El Hotel La Rondeña está situado en una calle muy tranquila, lejos del bullicio de los turistas. Tiene, pues, una ubicación muy céntrica. Desde la terraza del hotel tienes unas vistas preciosas de los jardines.
Es muy fácil llegar a Ronda desde el aeropuerto. Puedes aterrizar en Málaga. Jérez o en Sevilla. Desde el aeropuerto nosotros siempre vamos en coche alquilado. Desde el aeropuerto de Málaga hay unos cien kilómetros de distancia, pero el viaje se te hace corto porque vas de pueblecito en pueblecito.
El hotel es casi familiar. Sólo tiene 16 habitaciones. No es una construcción ostentosa, al contrario. Es modesto.
Pero la austeridad de la fachada no hace justicia con unos interiores donde no falta ninguna comodidad. Por tener, hasta tiene parking propio. No era muy necesario porque en Ronda no tienes problemas para aparcar. En el parking del hotel te garantizan una plaza asignándotela. Allí no sólo aparcan los clientes de lo que es el hotel, también los clientes del restaurante pueden dejar sus automóviles.
En cuanto a la decoración, abundan las columnas, los muebles de madera maciza, las lámparas de grandes dimensiones, muebles antiguos y otras piezas que ostentan el valor de la antigüedad.
La recepción es pequeña. A esta estancia común se le suman otras como el salón de banquetes, la cafetería donde sirven desayunos y una sala de reuniones.
Todas las habitaciones disponen de aire acondicionado y de servicios no muy necesarios en vacaciones como, por ejemplo, el servicio de despertador. He de decir que son muy amables cuando te despiertan. Mi marido contrató este servicio y pude comprobar que nos despertaron más amablemente de lo que me despertaba a mí mi madre cuando iba al colegio.
El personal de este hotel ubicado en la calle José Aparicio de Ronda es muy amable y eficiente. Sólo tienes que ver lo limpio que tienen el hotel para comprobar su profesionalidad.
Nos tocó una habitación con cama doble, muy luminosa y con vistas a la calle. La decoración era muy andaluza. Cortinas oscuras, camas con cabeceros de hierro forjado, colchas vistosas.
Todos los días limpian a fondo las habitaciones, colchón incluido.
El suelo de la habitación tenía baldosas muy brillantes y pulidas.
El cuarto de baño tenía un espejo enorme. Me gustó que tuviera ventana. La bañera no destacaba por su amplitud, pero era suficiente para darse un buen baño. No tenía mampara, sino cortinita de toda la vida. Las paredes del cuarto de baño estaban empapeladas con papel de rayas.
Para desayunar nos sirvieron pan con aceite, jamón y un salami muy sabroso. También había mantequilla y mermeladas. Me decepcionó que sólo entrara un café en el desayuno pagado. Si querías repetir café, te lo cobraban.
El restaurante estaba muy bien. Yo me puse hasta las cejas con las tapas. En el menú abundaban los platos de pescado y los platos de pollo. Si te apetecía tomar una comida ligera, tenían ensaladas, sopa y un plato de paella por sólo 15 euros.
Quedé encantada con el trato recibido. Los trabajadores del hotel siempre tienen una sonrisa en la boca. Su optimismo es contagioso.
Me gustó mucho el salón de banquetes. Es realmente lujoso. Estaba a la altura de lo bien vestidos que estaban los invitados de una boda que se celebró durante nuestra estancia. Me pareció más lujos que la sala de conferencias.
Desde el hotel puedes ir andando a todos los sitios. Tiendas, cafeterías, bares de tapas, restaurantes rodean al hotel. La plaza de toros está muy cerca.