Uno de los potinguillos que me tiene enloquecida en los últimos tiempos es el Baume Beauté Éclaris, comercializado por la firma cosmética Clarins.
Para mí, es la alternativa ideal a las socorridas ampollas flash: cuando tengo un evento especial, una cena o una reunión importante, aplico una capa finita antes del maquillaje y sobre la piel perfectamente limpia y los resultados sobre mi piel son visibles inmediatamente: queda iluminada y los signos de cansancio y las líneas de expresión que tantos años encima nos echan (incluso a las pieles más jóvenes), se volatilizan ipso facto. Me gusta muchísimo más que las ampollas flash que, a menudo, resecan la piel y cuartean el maquillaje. Éste, en cambio, se absorbe con mucha facilidad y no aporta grasa en absoluto, ni siquiera a las pieles mixtas. Tampoco deja una gruesa capa perceptible bajo la base de maquillaje, sino que es una prebase excelente.
El producto, de un bonito color melocotón y textura cremosita, carece prácticamente de olor y se comercializa en un packaging muy característico de la firma Clarins: un tubo blanco, flexible, de tipo boca abajo y con tapón a rosca con las letras en rojo y un contenido de 50 mL. Funcional, sencillo y, dado que no es un producto que se utilice a diario, tanto el packaging como el producto me duran siglos.
El principal inconveniente que le veo a este "beauty flash" es su precio, que supera los treinta eurazos en ECI.