Este producto es para la ducha, a pesar de que su textura es más cremosa que un gel y precisamente ahí radica el mayor de las pegas que le pongo. A mi me gusta utilizar productos y frescos a la hora de la ducha, algo que se funda de inmediato con tu piel y haga un montón de espuma sin tener que trabajarlo. No se si será verdad, pero a mi me da la impresión que es precisamente la espuma la que limpia y ayuda a retirar las células muertas. Sin embargo la textura de esta crema de ducha se queda como agarrada y no consigues espuma por mucho que frotes. No me parece que esté bañándome.
También cabe pensar que esa textura favorece la hidratación de la piel. Pues no, al menos no con este producto en concreto. Sales de la ducha con la sensación de no limpio y con la piel tirante, pidiendo a gritos la hidratante corporal.
Y tampoco me gusta demasiado el olor, aunque eso sería pasable pues no es muy intenso. No huele a limpio, más bien a flor blanca, pero no se aprecia demasiado.
Por último la última queja, el precio. Por 200 ml pagarás 3 euros. Realmente es muy raro que tengas que pagar eso porque en Yves Rocher siempre hay ofertas, pero el precio es ese.
La única ventaja es que con su tamaño y forma ergonómica es ideal para llevar al gimnasio o de viaje, pero hay un montón de productos con envases parecidos mucho más recomendables.