La Residencial Horizonte - Lisboa está ubicada en la calle Augusto Aguiar, cercano a la plaza Marqués de Pombal en Lisboa, la capital del país vecino. Justo enfrente está la estación del metro, donde encuentras líneas para desplazarte por toda Lisboa de una manera bastante cómoda, sobre todo si viajas sin niños, como era mi caso. Me había desplazado a Portugal sólo con la compañía de mi santo esposo.
Nos dieron una habitación con vistas a la calle principal. Pensé que no iba a poder dormir de noche con el ruido del tráfico y de la gente. No fue así. Cerramos las ventanas y no se escuchaba ningún ruido de fuera. Apenas escuchabas los ruidos de los aviones el aeropuerto, que está a unos 7 kilómetros del hotel.
El edificio del hotel es antiguo, pero por dentro está mucho mejor que en lo que son las fachadas. No sólo está el hotel dentro de este edifico poco bonito, también hay oficinas. El hotel sólo tiene 53 habitaciones.
Nuestra habitación tenía una decoración muy sencilla. Parecía un piso de los años ochenta de nuestra España. No me gustó que en vez de cama de matrimonio nos dieran dos camas unidas. No es lo mismo y menos cuando no estás acostumbrada a dormir en camas pagadas. Mejor que la habitación me pareció el cuarto de baño. Teníamos una gran bañera como en el resto de las habitaciones de la octava planta. Las habitaciones de las plantas inferiores, según nos dijeron en recepción, tenían bañeras más pequeñas. Con esto no quiero decir que el cuarto de baño fuese perfecta. Lo sería si no tuviera la ducha fija en el techo. Yo prefiero las duchas de teléfono, igual que la que tengo en casa.
Al desayuno casi no llegamos. Terminaba a las diez y media. Un horario no digno de turistas sino de trabajadores. Era un buffet surtido al que le añadían unas tortitas para cobrarte dos euros por cada una. Mi marido aceptó la tortita y tuvimos que pagar el extra. Fue una tontería por su parte porque después de tomar un café con bollería y algo de fiambre, no hacía falta la tortita de arroz.