La Plaza del Comercio es una plaza grande, abierta sobre el río Tajo, que resulta uno de los lugares más atrayentes de Lisboa, al menos para mí.
Es una plaza amplia, abierta sobre el río Tajo, que es precisamente lo que la hace diferente. Tiene unas escaleritas que descienden directamente al río. He estado en Semana Santa, hacía calor pero no lo suficiente para decir que apeteciera un baño. No se si será o no zona de baño, pero tiene dos o tres metros de ancho con arena, así que por lo menos para tomar el sol y refrescarte un poco seguro que sirve.
Es una plaza cuadrada, con soportales en los laterales, donde podemos encontrar terracitas para tomar algo, el museo de la cerveza o la oficina de información turística entre otras cosas.
Su amplitud se ve magnificada por los edificios en color blanco y amarillo, pero sobre todo porque en el lado del río está completamente abierta. Si que hay una carretera, pero está en desnivel con la plaza y el tráfico queda como oculto.
Al otro lado, en la entrada principal, también hay circulación de vehículos, pero no se ve caótico, que es lo que suele pasar en las grandes capitales, pero como es todo tan grande. Incluso pasan los tranvías, lo cual añade encanto a esta plaza.
En el centro hay una estatua enorme, no recuerdo ni como ni de quien. A pesar del tamaño, no es lo que llama la atención en la plaza, es el conjunto completo. La arcada de entrada con su reloj, los soportales, la vista al río que parece casi el mar… Desde luego, es un lugar que no podéis perderos. Además, es muy fácil llegar. El metro nos deja al lado, el tranvía llega hasta la misma plaza y autobuses también hay desde muchos puntos de la ciudad.