Aveiro es un pueblecito situado al sur de Oporto al que se refieren como la Venecia Portuguesa. Eso es porque lo atraviesan varios canales por los que navegan góndolas llenas de turistas. Tiene su encanto, pero a mi me parecía un saca dinero pues no hay nada que puedas ver desde la góndola que no puedas ver en tu recorrido a pie y es que Aveiro es muy pequeño. Lo puedes visitar perfectamente en unas horas y continuar viaje, pero si que merece la pena hacer una parada para visitarlo.
Es un pueblo con casitas bajas, muy colorido y bastante bien conservado. Hay mas que lo que rodea a los canales y si vas en coche propio lo verás pues tendrás que aparcar por lo menos a 500 metros del centro, pues éste es peatonal.
Aparte de los canales tiene un par de edificios destacables, iglesia y museo. Nosotros pasamos de largo. No nos llamó mucho la atención, pero es que estábamos ya un poco hartos de piedras.
Aveiro es un continuo trasiego de gente, fundamentalmente turistas y supongo que por eso tiene tanta oferta de ocio y gastronomía. Encontramos muchos restaurantes con menú del día y bares para tomar combinados. Ahí es donde pasamos el tiempo que no le dedicamos a los museos y la iglesia.
La única pega que le pongo al pueblo es que, a pesar de ser tan turístico, sus habitantes no son muy hospitalarios. La señora que nos atendió en la oficina de turismo estaba amargada y la camarera del bar era más seca que la mojama. La verdad es que no parecen portugueses, porque en el resto de los lugares en los que paramos en Portugal nos trataron de maravilla.
Aveiro también tiene playa, al menos vimos un cártel en la carretera a la entrada del pueblo. Está a 9 km, no demasiado cerca. No puedo opinar, no la visitamos.