Nunca olvidaré el Hotel Sakli Konak en Turquía. Fui con mi marido en lo que iban a ser unas vacaciones románticas y se convirtieron en una pesadilla. El único que quedó contento fue mi esposo: le gustan las experiencias fuertes y aquella lo era. Me sentí como si me hubieran recluido en una cárcel de los piratas turcos.
Todo el edificio era como una iglesia por dentro. Muchas bóvedas, arcos, piedra descubierta pintada de color blanco y muebles de forja. La cama no era grande y el colchón era tan duro como las piedras del edificio. En el suelo había una alfombra que había conocido mejores tiempos.
El cuarto de baño no estaba mal si quitamos el detalle de un orinal blanco como los que venden en los chinos que habían dejado metido en la bañera. Llamé a recepción y les pedí que lo llevaran. Me costó hacerme entender. Allí el inglés es algo así como un idioma que casi no entienden y que apenas hablan.
De la comida mejor ni os hablo. Menos mal que había llevado comida en la maleta de mano. Pasamos dos días a base de bocadillos porque a mí aquella comida turca que empezaba con un desayuno con pastelitos duros y continuaba con comidas sobradas de picante no era para mí.
No os recomiendo el Sakli Konak. Otra desventaja que le encontré fue el exceso de amabilidad por parte del personal. Te estaban acompañando siempre. Nos llevaron desde recepción hasta nuestra habitación como si nos fuéramos a perder. Mi marido decía que lo hacían para evitar robos. Creo que no le faltaba razón.
Nos recomendaron unas rutas por la Capadocia de manera agobiante. Ni que les dieran propina los de turismo de Turquía. Yo cuando viajo voy a donde a mí me da la gana, no a donde me dicen que vaya.
Las ventajas de este hotel es que no te cobran por la conexión wi fi ni por el parking. la conexión wi fi funcionaba mucho mejor que en algunos hoteles de España.