¡¡Hola a todos!!
Hoy quiero hablaros de una casa rural a la que fuí con un mejor amigo y su grupo de amigos de su cuadrilla un fin de semana del mes de noviembre de 2006, exactamente el fin de semana del 17 al 19 de noviembre.
Esta casa rural se encuentra situada en Baranbio, un pueblo en la provincia de Álava que pertenece al ayuntamiento de Amurrio. Para ir hasta allí desde Vitoria, hay que coger la carretera en sentido Bilbao, y hay dos opciones: ir por el puerto de Altube hasta Baranbio o coger la autopista, y salirte por la primera salida.
La casa está totalmente rodeada de monte y naturaleza, en la ladera de una de las elevadas montañas vascas. Así que más rural no puede ser. Tras atravesar un pequeño camino llegamos a la casa rural. En la parte trasera fue donde dejamos los coches y ya por delante se encuentra la entrada principal, con una enorme puerta de madera típica de pueblo. Allí nos atendió un chaval joven, que nos enseñó todas las habitaciones y no le volvimos a ver el pelo. Nos entregó las llaves, creo recordar que recogió el dinero del alquiler y nos dijo que le dejásemos las llaves en un lugar específico al lado de la puerta, así que la casa durante todo el fin de semana fue totalmente para nosotros solos.
La casa deciros que según entras por la puerta principal te das cuenta que es enorme. A tu izquierda vais a ver una enorme mesa donde pueden comer sin problemas 20 personas alrededor de la mesa, la cocina al fondo a la izquierda y en frente de la cocina una especie de barra de bar con unos altavoces enormes para la fiesta de la noche, con una cadena de música que acepta todo tipo de cd. Además esa zona estaba preparada con luces, como si estuvieses en una discoteca, así que os podéis imaginar la fiesta.
Deciros que la casa consta de miles y miles de habitaciones, no se deciros exactamente el número de habitaciones y de baños que tenía esta casa, pero es que era enorme. Lo que si recuerdo es que tenía tres pisos. En el segundo piso, aparte de tener más habitaciones y baños, tenía como otro salón grande con sofás y juegos de mesa. Y en la planta tercera había una especie de casa de muñecas, un piano, libros de todo tipo y otra mesa enorme acompañada de un ajedrez y otras cuantas más habitaciones. La casa estaba decorada con cosas típicas del campo y con unas vigas enormes de madera que hacían que la casa rural fuera aun más rústica. Lo mejor de la casa era que teníamos compañía.
Aparte del enorme campo o jardín que teníamos para nosotros solos en plena montaña nos acompañaban dos burritos, que se dejan tocar y todo, un gato que andaba a sus anchas por todos los lados, gallinas y además un cabrón, es decir, una cabra macho para que me entendáis, que desprendía un olor super fuerte a queso, yo en la vida supe que los machos desprendían semejante olor que a veces era incluso desagradable, era como si estuvieras oliendo un queso super fuerte, que por cierto, esta cabra se dejaba tocar también, pero los cuernos daban respeto.
La casa como ya os he dicho, era bastante grande y yo creo que debido a esa grandiosidad la limpieza no era su plato fuerte. Había bastante polvo en muchos muebles, pero es que en realidad la casa está llena y llena de cosas, pero cosas y objetos por todos los lados. Había hasta una especie de escritorio, como si fuera la típica mesa de un jefe además de una zona para pintar.
La verdad que me lo pasé genial, lo de la cadena de música, las luces y la barra de bares un puntazo. Lo de los animales me encantó, era puro campo. Y la fachada de la casa era la típica casa vasca, como si fuera un caserío en plena montaña. Ah, se me ha olvidado decirte que la casa está completamente alejada del pueblo, no hay casas por ningún lado así que con la fiesta no molestáis absolutamente a nadie, os lo aseguro. La casa además es enorme, amplia y la calefacción era buena, no pasé frío en ningún momento. Eso si, había polvo, pero como se pongan a limpiar la casa entera no terminan en un año. Aún así os la recomiendo.
Un saludo.