¡¡Buenas a todos!!
Aprovechando la festividad del 15 de agosto mi pareja y yo decidimos pasar un par de días en la ciudad de Zaragoza. Entre muchos paseos que nos dimos para ver cosas, nos topamos por sorpresa con este negocio y hoy os vengo a hablar sobre el mismo. Os quiero hablar de la cafetería Doña Hipólita.
CARACTERÍSTICAS
Doña Hipólita es el nombre que le ha dado su dueña a un negocio que podemos encontrar en la ciudad de Zaragoza. Se trata de una cafetería donde podremos degustar más cosas que no son solo café como bebidas, granizados, sandwitches, tintos de verano, tés diferentes, tartas, entre otras muchas cosas.
Se trata de un local que hace esquina y su decoración está basada en cosas y muebles antiguos mezclados con estilo lo que le da a este negocio un toque.
En el exterior, dispone de una terraza con mesas modernas de color negro junto a una estatua de una mujer que se encuentra entremezclada con las mesas de la terraza.
UBICACIÓN
La cafetería Doña Hipólita se encuentra situada en la calle Gil Berges, 4 muy cerca de la calle Alfonso I, de la Basílica de la Virgen del Pilar y de la zona denominada El Tubo.
Aunque la calle en sí no diga nada, para los que conocen más Zaragoza os comentaré que está justo al lado de la Plaza de San Felipe y de la iglesia que lleva el mismo nombre que la plaza, la Iglesia de San Felipe.
La calle donde se sitúa es totalmente peatonal y de lo más céntrica.
MI EXPERIENCIA PERSONAL
Tengo que confesaros que personalmente desconocíamos de su existencia y encontramos este local gracias a estar andando por la ciudad de Zaragoza sin rumbo fijo.
Una tarde, andando por la calle Alfonso I, una de las calles principales y más importantes de la ciudad, miramos hacia uno de nuestros lados y encontramos esta curiosa calle donde se encuentra este negocio, la cafetería Doña Hipólita.
Tengo que comentar que fueron unos días de muchísimo calor por la capital zaragozana y esta calle era ideal para tomar algo porque no daba el sol y la terraza en la sombra y en donde se ubica invitaba a sentarse y a pedir algo.
La verdad es que la terraza estaba llena de gente y encontramos por suerte una mesa en un costado donde pudimos sentarnos y dejar el coche de niño cómodamente en uno de los laterales.
Mi pareja entró dentro para ver que había mientras yo esperaba sentado en la terraza con Mateo. Ella salió informándome que era alucinante todo lo que había dentro, tanto para tomar o comer. Creo que le comenté que pidiera lo que ella quisiera.
Me comentó después que pidió un granizado de sandía y una limonada rosa. El granizado de sandía aun no estaba listo, pero esperamos a todo en su terraza. Desde la terraza, se puede comprobar que está muy bien el sitio. Desde la terraza se tienen vistas a la Plaza de San Felipe, a parte de su iglesia y su campanario y al museo Pablo Gallardo.
En cuanto estaba preparada el granizado, el camarero salió a atendernos con lo que habíamos pedido. La limonada rosa venía perfectamente elaborada y no le faltaba ningún detalle. Ésta era de un color rosa atrayente y estaba metida en un vaso ancho lleno de hielos destrozados con una curiosa pajita enroscada y un limón cortado y colocado en un lateral.
En cuanto al granizado de sandía tampoco le faltaba ningún detalle, super original. Estaba metido en unas jarritas que se están poniendo de moda hoy en día que es una especie de tarro con tapa y un agujero en medio para colocarle la pajita. Ésta de otro color.
Llegó el momento del sabor. No os podéis imaginar lo bueno, sabroso, dulce y refrescante que podía estar el granizado de sandía. En ese día de tanto calor el granizado de sandía fue lo único que consiguió quitarme la sed y la sensación a calor tan sofocante.
La limonada rosa estaba rica aunque personalmente prefería el granizado de sandía. Al pedir la cuenta, el local mete la cuenta en un vaso de cristal. No recuerdo exactamente el precio de todo lo que pedimos, pero sí se me quedó el precio del granizado de sandía. Tan solo costaba 3 euros.
Yo no sé a qué estáis acostumbrados a pagar en este tipo de locales pero en Vitoria particularmente hay uno de este estilo, en el barrio de Zabalgana, que da miedo pedir algo excepcional porque los precios son muy abusivos. Éste local para como está montado y todo lo que ofrece, con ese gusto, no me pareció nada caro para como se lo montan.
Otra cosa que me llamó la atención es que el trato con el cliente es impecable y con un respeto absoluto. Las personas que nos atendieron en la terraza no pueden ser más majas y serviciales y la dueña, en todo momento, nos atendió, nos informó y nos aconsejó con todo lo que tenían con una simpatía única.
Nos gustó tanto el sitio que en el poco tiempo que estuvimos en Zaragoza repetimos tres veces en Doña Hipólita. La segunda ocasión pedimos dos granizados de sandía y la tercera vez ya para rematar pedimos un té frío que nuevamente estaba muy bueno, un zumo de piña y la mejor tarta de zanahoria que he comido en mi vida. Es indescriptible el sabor de esa tarta que no podía estar más jugosa, más buena y con tanto sabor.
En un momento dado a nuestro pequeño era necesario cambiarle el pañal. Nos dió permiso para cambiarle en una silla que tiene antes de los baños. La verdad que la atención y todo en esta cafetería, chapó por ellos.
Ya hemos dicho que si volvemos a Zaragoza, que vamos a volver. Pero esta vez para picar algo más de comida o cena porque todo lo que sacaron esa tarde-noche para cenar en otras mesas, tenía una pinta increíble.
CONCLUSIÓN
Como habéis podido comprobar todo son ventajas para este negocio de la ciudad de Zaragoza. Por supuesto que os lo recomiendo porque estoy seguro que os va a encantar. Prueba de ello es que hora que fuera, siempre estaba lleno.
Un saludo a todos.