Dos días fueron los que pasamos la semana pasada en Lisboa con las niñas. Lisboa es una ciudad que nos gusta a todos y solemos ir con cierta frecuencia aunque sólo sea para hacer unos viajes por la capital del país vecino en sus famosos tranvías. Prefiero un viaje en el tranvía nº 38 que una cena romántica en un restaurante lisboeta, pero, si pueden ser las dos cosas, mejor que mejor.
Poco puedes hacer en dos días. Nosotros fuimos los cuatro hasta el Castillo de San Jorge, dimos un paseo por la Lisboa más pueblerina. Subimos al mirador de Santa Justa. Mi marido se empeñó en ir a tomar unas cervezas a la cervecería Trinidade, una cervecería con una cerveza exquisita. Aunque no te guste la cerveza, la de la cervecería Trinidade seguro que te parece deliciosa. Es lo que me pasa a mí. También me gusta mucho el local de la cervecería, un local lleno de azulejos que no te deja indiferente.
En Lisboa no debes perderte la Praza do comercio. Hay unos restaurantes con mucho ambiente. Tampoco debes perderte el Monumento a los Descubridores. Pero lo mejor, como os he dicho, son los tranvías.
Os recomiendo visitar Lisboa. Los tranvías son Lisboa, son uno de los mejores medios de transporte para conocer Lisboa. Tienes que visitar los barrios humildes, el puerto, la zona alta. Quedan cinco líneas de tranvía en Lisboa. Hubo unas treinta a principios del siglo XX, cuando el tranvía estaba de moda en muchas ciudades. En Lisboa el tranvía tiene su razón de ser porque es una ciudad con muchas cuestas. El metro no llega a todas partes de la ciudad. Lisboa es una ciudad medieval, con calles enrevesadas. La gente se ha cansado de conducir en una ciudad con poso sitio para dejar el coche y vuelven a fijarse en el tranvía como medio de transporte.