Orlando es una marca de toda la vida. Ya mi madre compraba este Tomate frito ORLANDO cuando yo era pequeña. Lo sigo comprando no porque me guste sino porque resulta práctico. Mi marido lo utiliza para hacer el pan con tomate que tengo le gusta.
Es muy práctico: compras un cartón, lo abres y lo pones en una buena hogaza de pan sin necesidad de andar cortando tomates. Además, te aguanta mucho tiempo en la despensa. Tiene una fecha de caducidad muy alejada en el tiempo, algo que yo valoro mucho. Soy una persona que viaja mucho y me gusta encontrar los alimentos en buenas condiciones para tomar cuando llego a mi casa arrastrando las maletas.
El envase es un brick rojo como su rojo contenido de tomate frito. Lo conoces nada más verlo en el lineal del supermercado. El Tomate frito ORLANDO es un clásico. Lo encuentras a vender en todos los supermercados. Hasta en las pequeñas tiendas de barrio lo tienen.
Os lo recomiendo. A mí no me gusta el tomate, pero este tomate ya está frito y no tienes que manchar las manos pelando tomates y haciendo salsas en la sartén como hacían nuestras madres. Apuesto por lo práctico. Un motivo más para comprar el Tomate frito ORLANDO.
¿Es sano? Esta pregunta se la hace mucho mi suegra. La madre de mi marido mira su composición en el envase y echa las manos a la cabeza cuando lee: aceite de girasol (3,4%), (sofrito con cebollas y ajos frescos), azúcar, almidón modificado de maiz y sal. Dice que no es sano. No lo será, pero su hijo se hace unos bocadillos de pan con tomate frito ORLANDO que le hacen olvidar los bocadillos de pan con tomate de su madre.
La única desventaja que le encuentro es que el brick de 350 gramos poco cunde en mi casa. Como esté mi santo y empiece a hacer bocadillos, se me acaba en un visto y no visto. Por eso suelo tener siempre varios bricks para no quedarme sin existencias de tomate frito.