El proyecto de mi vida de Megan Maxwell no es una novela que tenga un argumento original. Que la protagonista descubra que es una hija adoptada por un exitoso abogado, no me parece una trama novedosa. Tengo la sensación de que lo de la pobre niña adoptada rica me lo han contado miles de veces.
Como era de prever, la protagonista se nos viene abajo. Es muy fuerte para ella descubrir que no es la hija biológica de sus padres y que encima tiene una hermana biológica que Dios sabe por dónde andará. La protagonista empieza a investigar. Pero no cuenta con la ayuda de su novio. Anibal, su prometido, es un hombre listo. Intenta que la noticia no salga a la luz para no perjudicarse profesionalmente. El gabinete jurídico para el que trabaja no puede saber que Sharon no es la hija biológica del magnate Branon Sivon y de la bella Adela Cardigan. Si lo supieran, todas sus aspiraciones políticas se irán al traste y este hombre quiere triunfar en la política.
No os recomiendo la novela pese a ser una de las novelas más vendidas estos meses. Es un roserío que aburre. Yo la leí porque no tenía nada mejor a mano. También la leí porque el final era final feliz. Me gustan las novelas que terminan bien. Le eché un vistazo a las últimas páginas y comprobé antes de leer el resto de la novela, que la protagonista acababa loca de amor en los brazos de otro hombre que la apoyada en su búsqueda de la hermana melliza.
La novela se lee de un tirón. Me recordó aquellas novelas que vendían en los kioskos. Hay mucho amor, mucha decepción y muchos secretos familiares. No se puede pedir más para enganchar al público femenino. A las mujeres nos gusta leer este tipo de textos. No hemos cambiado. Y creo que muchos hombres también los leen aunque sea echando mano a la novela que compran sus señoras.