El año pasado descubrí Alentejo, la región más desconocida y despoblada de nuestro país vecino, es decir, de Portugal. Alentejo ocupa algo así como un tercio de Portugal, pero sólo el 7% de la población portuguesa reside en esta zona llena de naturaleza y de tranquilidad.
Nosotros fuimos en vacaciones familiares de mucho coche, muchos kilómetros y muchas carreteras casi sin coches. Cruzamos un montón de bosques salpicados de alcornoques. También vimos muchos campos de trigo. No me imaginaba que cultivaran tanto trigo en Portugal. Mi marido paró en algunos viñedos. También abundan. Lo mismo puedo decir de esos pequeños restaurantes que aparecen en mitad de la nada y que te ofrecen una gastronomía excelente.
Desde Lisboa te pones en Alentejo en una hora y media de coche. Está al suroeste de la capital de Portugal. Mi marido quería hacer el recorrido en bicicleta. Le dije que ni borracha de vino. Yo haría el viaje en coche y él si quería venir, que subiera. Accedió. Las niñas tampoco estaban por dar pedales. Era mucho más cómodo que anduviera el coche y nos llevara dentro. Nos cruzamos con gente que iba a caballo. La gente es muy deportista. Nosotros iniciamos el recorrido por el Alentejo en Évora, la capital de esta región bastante despoblada. Évora es una ciudad tranquila, amurallada y muy rural. Fuimos parando en los pueblos medievales de Monsaraz, Montemor-o-Novo y Beja. Las niñas siempre quieren parar por eso de ir al servicio y de paso tomar algún refresco y picar las delicias de la gastronomía local, sobre todo los pasteles. Cuando vamos de viaje quieren entrar en todas las pastelerías que encontramos.
Os recomiendo hacer un viaje a Alentejo. Yo ya había estado en su capital, en Évora. Pero Alentejo es más que su capital. El año pasado lo descubrí. No descarto repetir el viaje. Tal vez la próxima vez que vayamos hagamos algunos tramos en bicicleta. Hacer deporte es siempre bueno aunque a mí no me guste mucho.