Recordamos el pasado de muchas maneras. Por un olor, por un sabor, por una imagen... El protagonista de La maleta de Sergei Dovlátov recuerda su pasado a partir del contenido de una maleta. Es una manera de recordar bastante dolorosa porque el pasado también lo es.
Este buen hombre es un refugiado ruso que está en Estados Unidos. El refugiado podría ser el propio Sergei Dovlátov. Me tomé la molestia de mirar su biografía y muchos datos biográficos los encuentras novelados. Por eso La maleta de Sergei Dovlátov es una de esas novelas en las que el autor va a lo fácil: es decir, a contar sin inventar lo que cuenta. El folio no le queda en blanco. Tiene muchos recuerdos dolorosos con los que llenar folios y folios hasta llegar a las 160 páginas. Pudo haber escrito más. Si no lo hizo fue porque los recuerdos le dolían.
Que tenga pocas páginas también es una ventaja. Yo no hubiera acabado la novela si tuviera que leer seiscientas páginas de calamidades. El autor va recordando el pasado del protagonista a partir de los objetos de la maleta. Así vemos las peripecias de un hombre que dejó la URSS y acabó en EEUU a salvo de los peligros que corría su existencia en su país de origen.
La novela es el relato de un largo viaje de ida sin billete de vuelta. No faltan ciertos toques de humor en la narración. A veces casi te ríes, pero, en el párrafo siguiente notas el sarcasmo, el rencor. También notas mucha nostalgia. La maleta es una novela más de sentimientos que de acción. Por eso no os la recomiendo ni os la dejo de recomendar. No es una lectura alegre. Es pura tristeza.
Para lo que te vale esta novela es para conocer de primera mano la situación de la Unión Soviética tal como la vivían sus habitantes. Era una situación muy distinta a la que se imaginaba desde fuera. Después de su lectura te quedas pensando que los soviéticos tenían más motivos para huir de su país que para quedarse.