Las Fuentes en La Granja de San Ildefonso, Segovia, es un pequeño hotel rural que alquila ocho habitaciones para que los dueños puedan mantener esta casa. Creo que es de los condes de Guijasalva o por lo menos lo era hace años, cuando todavía no alquilaban habitaciones. Mi marido conocía la casa de vista y se había enamorado de ella. No sé que le encontraba. Tiene una fachada humilde que no enamora a nadie, pero mi santo se imaginaba grandes salones en su interior y muebles de anticuario.
En lo de muebles de anticuario no le faltaba razón. En nuestra habitación había un par de sillas que me recordaron las sillas Luis XVI. También en los salones de la casa encontrabas tesoros mobiliarios y culturales. Había un retablo ilustrado de libros, óleos, antigüedades. De los techos colgaba alguna lámpara de araña que había conocido tiempos mejores. Lo mismo puedo decir de las florituras centenarias que recargaban la decoración en algunas estancias, sobre todo en los pasillos de la casa.
A nosotros nos dieron una habitación abuhardillada con vistas a la Sierra de Navacerrada. Parecía una habitación de cuento. Era muy acogedora y estuvimos calentitos pese al frío que reinaba en el exterior. Yo no hubiera salido de la habitación, pero tenía una reunión de trabajo y tuve que meterme en el coche y hacer los 11 kilómetros que nos separaban de Segovia. Regresé tan pronto pude a nuestra habitación decorada como una habitación de casa de abuelos en mitad de la nieve. La cama con cabecero dorado me inspiraba para una noche de amor. Cabecero dorado arriba y cabecero, o como se diga, dorado a los pies. La colcha era de cuadros, igualita a los manteles de cocina antiguos. La cortina, en tonos amarillos igual que la colcha, intentaba conjuntar con las telas de la cama sin conseguirlo del todo.
Os recomiendo esta casa. Las Fuentes en La Granja de San Ildefonso, Segovia, está junto a la Fundación Nacional del Vidrio, en una zona de palacios famosa en el mundo mundial. Los condes de Guijasalva pueden considerarse afortunados con la ubicación de su casa. Yo espero volver. Me parece un alojamiento ideal para pasar un fin de semana de amor en pleno invierno. Todavía sueño con las lamparillas en las mesillas de noche. Eran unas lamparillas rojas que le ponían a la habitación un toque sexy. ¿Y qué decir de las mesillas? Estaban vestidas con faldones de mesilla camilla. Estaba todo muy conjuntado, pero algo chirriante entre unas paredes recién pintadas de color salmón.