Uno de los juegos favoritos de mi chico es el
Mario Kart 8 Deluxe de Nintendo. Yo la única ventaja que le encuentro es que puede jugar toda la familia. Por eso es uno de los juegos que están más presentes en nuestras horas de ocio en familia y con amigos. Es también el juego más entretenido para jugar con otras personas. Engancha con las carreras y también con las batallas. Para jugar sola no me convence en absoluto. Lo intenté varias veces y no le encontré ninguna gracia.
Este juego para la Nintendo puede mejorar mucho y no sólo en lo que al juego en sí se refiere. Por ejemplo, yo le quitaría la suscripción que hay que pagar para jugarlo online. Saben lo que hacen, por supuesto. Como es un juego que tiene más gracia jugando en grupo, te cobran cuando juegas online. No conozco a nadie que lo juegue sola. Por eso se aprovechan y hacen negocio. Ya el precio del juego es muy caro. Pagar 50 euros es una pasada porque cuando haces quince carretas quedas del Mario Kart 8 Deluxe de Nintendo hasta las narices. Tanto da que estés jugando online o que estés jugando con tus amigos. Deberían ponerlo a veinte euros.
A mí me ha costado cogerle el truquillo. Ahora ya no doy vergüenza. Consigo casi tantos coches como mi chico a medida que vamos jugando. En mi casa lo tenemos más que amortizado. Como es un juego que conoce todo el mundo, te vale para entretener a las visitas en tu casa. El Mario Kart 8 Deluxe de Nintendo ha sido mejorado con nuevos circuitos, nuevos personajes, mapas en modo batalla, objetos. Por eso os lo recomiendo.
Si ya jugaste al de WiiU pocas novedades te vas a encontrar en este juego. Se ha eliminado el FIRE HOPING lo que equilibra mucho más todos los vehículos. El juego corre fluido tanto en modo Televisor como en modo portátil y es muy manejable con los joycon para echarse unos multiplayer con gente en tu casa. El catálogo de pilotos y vehículos parece no tener fin, sobre todo cuando no dominas mucho el juego como es mi caso, y la inclusión de las batallas hace que el juego online sea todavía más adictivo cuando no tienes nada mejor que hacer.