San Galo en Suiza es una ciudad que no te deja indiferente. Yo la descubrí cuando fui a ver a una prima mía que estudia en la universidad. San Galo es una ciudad universitaria. Está a una hora en tren de Zurich.
Paseé sus calles con mi prima y me enamoré de su centro histórico, de sus edificios de los siglos XVI y XVII, casi todos con llamativos balcones. Tiene un monasterio rococó. Nosotras pasamos del monasterio y nos fuimos hasta el lago Constanza, el tercero más grande de Europa. Este lago es la frontera natural entre Alemania y Austria. Fuimos en bicicleta.
En San Galo no te ponen ningún problema a la hora de meter la bicicleta en el tren. Mi prima y yo metimos las bicicletas en el tren que va de San Galo hasta Romanshorn, un trayecto de unos veinte minutos. Ma´s tiempo nos llevó hacer la ruta de 23 kilómetros que transcurre por las riberas occidentales del lago hasta Kreuzlingen. Es una ruta que te lleva hasta la península donde se asienta la ciudad alemana de Constanza. Por allí pasa el famoso Rin.
Os recomiendo visitar San Galo en Suiza. Puedes aprovechar para acercarte a Constanza, otra ciudad con un centro histórico bonito. El barrio de Niederburg fue donde vivió mi prima antes de trasladarse a San Galo. Yo pienso volver por la zona con mi chico y con las niñas. Me dijeron que la isla Mainau es preciosa, una isla conectada por un puente. Seguro que a mis hijas les gusta ver su castillo y su jardín botánico. La mayor es una fan de las construcciones fortificadas.
San Galo es una ciudad muy limpia. Yo aproveché para comprar dulces. San Galo tiene unas pastelerías con unos pasteles que te hacen la boca agua con sólo mirarlos. También hay pequeñas tiendas de bordados. Parece que los suizos y suizas hacen mucha labor de punto para amenizar sus tardes de invierno. Lo que me llamó la atención fue el buen tiempo que hacía en San Galo. Yo pensaba que iba a nevar, pero nada de nada. Hacía un sol brillante que invitaba a pasear.