Cuando mi marido me dijo que íbamos a hacer enoturismo pensé que me iba a aburrir porque el mundo de vino y mi persona poco tenemos que ver. Soy más de sidras que de vinos. Incluso prefiero un botellín de cerveza sin alcohol antes que un buen caldo, por muy de reserva que sea. Pero tengo que reconocer que lo pasamos tan bien en el AF Hotel Pesquera que me gustaría volver a repetir la experiencia.
Este hotel está a los pies del Castillo de Peñafiel, en la provincia de Valladolid. Desde este hotel nos organizamos una excursión por las bodegas de Tinto Pesquera y Condado de Haza, unos vinos considerados los mejores tintos del mundo mundial. Son vinos de la denominación de origen Ribera del Duero. El guía que nos acompañaba nos explicaba muy bien la elaboración del vino, su conservación, el proceso que sigue antes del embotellado. Mi marido estaba más interesado en sus explicaciones que yo. Servidora estaba más interesada en los servicios que presta el AF Hotel Pesquera a sus huéspedes en lo referente a comodidades para pasar unos días en el campo vallisoletano.
Sólo tiene 36 habitaciones, todas lujosas y alejadas del estilo rural que esperas encontrar cuando tu marido te dice que vas a pasar unos días en el campo castellano. Ya por fuera el hotel parece un palacio. Tiene una fachada de piedra regia, ventanas nuevas con estilo viejo y un tejado con una balaustrada que le da un aire acastillado. Me gustó la fachada. Pero, como os decía, más me gustó su interior.
A nosotros nos dieron una habitación amplia, decorada con colores blancos cálidos, suficientes almohadas y cojines en la gran cama de matrimonio ligeramente doselada, aunque sin llegar a esos doseles que me dan claustrofobia. Era una habitación muy chic, muy elegante. En escritorio, largo, con una silla tapizada en el mismo color blanco aperlado invitaba a trabajar con el ordenador aprovechando la conexión wi fi gratuita del hotel. El cuarto de baño estaba acristalado y los sanitarios parecían recién instalados.
Os recomiendo el AF Hotel Pesquera tanto a los amantes del vino como a los que nos es el vino algo indiferente. Este hotel tiene unas comodidades que hay que disfrutar. Yo pasé muchas horas en su spa. Quedé plenamente relajada. Mi marido no quedó tan relajado cuando vio la factura de mis sesiones de hidroterapia con efectos terapéuticos en el spa. Los hombres no saben que una mujer necesita invertir en su bienestar corporal y mental para sentirse realizada. Me dieron unos masajes epidérmicos que me dejaron nueva. Los bancos calientes me quitaron todos los nervios que tenía acumulados. ¿Y qué decir de las duchas de lluvia? Mi piel quedó perfectamente limpia y tonificada con aquella lluvia que salía de la ducha.