En el Hotel Palacio CoolRooms me sentí como una Reina. Está en Madrid, en un antiguo palacio que conserva su decoración de antaño añadiendo las modernidades que necesitas para estar cómoda. El cuarto de baño, por ejemplo, es tal cual de otra época. Me costó un poco meterme en una bañera estilo primeras bañeras de la humanidad. Una no está muy despierta por las mañanas para levantar las piernas y entrar en una bañera en mitad de un cuarto de baño inmenso.
La habitación que nos dieron era enorme. Techos altos, paredes pintadas de color crema señorial, camas enormes y unas ventanas que tenían vistas a los edificios de los alrededores. Pare tener mejores vistas tenías que subir a la azotea. Allí tenían una especie de jardín con sillones y mesas que invitaba a leer el último libro pendiente de lectura mirando los tejados de Madrid.
Mi marido pasó de las vistas de la azotea y se sumó a la experiencia de circular por Madrid en una Harley Davidson. Crucé los dedos. Mis hijas no merecían un disgusto. No me gustan nada las motos. Ni siquiera la Harley Davidson tiene mis simpatías. No fue la única experiencia de las que ofrece el Hotel Palacio CoolRooms a sus huéspedes a la que se sumó mi santo. También se le antojó un Bently para hacer una ruta con picnic incluido. Allí nos fuimos los cuatro. Mis hijas disfrutaron más el picnic que servidora. Lo que sí disfruté fue el tratamiento de belleza de Beauty Concept. Me dejó nueva.
Os recomiendo el Hotel Palacio CoolRooms tanto por la calidad de sus habitaciones como por las experiencias que nos ofrece a los clientes. Es un alojamiento muy chulo en el centro de Madrid. Lo que más disfruté fue la experiencia de ir de tiendas con una estilista. Nunca nadie me había dicho tantas veces lo guapa que soy. Si le hubiera hecho caso, hubiera dejado a mi marido pobre comprando todo lo que me gustaba y ella me indicaba como estupendo para mi persona. Pero fue una experiencia increíble. Una estilista es una persona que te entiende, que sabe que eres una mujer que es feliz comprando.