Me gusta regalar flores. Prefiero llegar a una casa en la que estoy invitada para comer o cenar con un ramo de flores que con una caja de bombones. Las flores no las hay que comer. Los bombones, en cambio, quedas mal si no metes uno en la boca, y hay gente que no puede permitirse los dulces. Regalar vino tampoco es el caso. Yo soy abstemia a mi manera. No voy a regalar lo que yo no bebo.
Por eso en Madrid soy una clienta bastante habitual de la floristería Columelas. Está en el barrio de Salamanca. Siempre que entro me sorprendo de la gran variedad que tienen de flores frescas. Me comentó un día una dependienta que tienen unas 300 flores distintas. También tienen plantas. En los más de 1000 metros cuadrados de su local cabe mucho surtido.
Yo intento comprar sólo lo que necesito. Cuando voy paseando entre plantas, flores y macetas llevó más de lo que tenía pensado llevar. No me importan sus precios altos. Pagan las tarjetas de mi santo. Y no me importan las protestas de mi esposo. Sabe muy bien que gracias a Columelas hemos quedado en más de una ocasión como unos perfectos invitados. Todavía recuerdan nuestros amigos de Madrid la preciosa planta tropical que llegó a una cena en una macetita muy chula. Columelas merece un diez en plantas de interior.
Os recomiendo entrar en Columelas. Sacas muchas ideas de paisajismo, decoración de jardines, decoración de eventos... Una decoración que tenga plantas y flores es preciosa y muy actual. En Columelas se entiende la flor como un elemento decorativo. No es ese ramo de entregar, poner en un jarrón y tirar a los dos días. Te venden flores tratadas para durar días y días, flores que te valen para decorar esa sala que tienes un poco apagada de vidilla.
En Columelas compré siempre las mejores rosas, mi flor favorita. Y también encontré flores que no sabía ni que existían. El exotismo floral tiene cabida en esa floristería del centro de la capital de España. Es una de las mejores floristerías que conozco.