Cuando vamos a París suelo pasar por los puestos del Marche aux Puces a curiosear y a acabar comprando hasta cuando no voy con muchas ganas de gastar mi dinerito. Mi marido, en cambio, prefiere visitar alguna feria local en las ciudades de los alrededores de la capital de Francia. Es en esas ferias donde encuentra los regalos que siempre lleva a su madre.
Para mí el Marche aux Puces es perfecto. Tiene unos puestos de charcuteries donde compras el mejor foie-gras y unos pâtés que están para chuparse los dedos. El pâté que venden en Francia me gusta más que el que venden en los supermercados españoles. Son pâtés de las Landas y el Perigord que vienen enlatados o en tarrinas de cristal. El envasado en cristal es el mejor.
En el Marche aux Puces también encuentras buenos quesos. En el país vecino debe haber por lo menos más de doscientas variedades de quesos. A mí me gustan más los quesos franceses que los quesos holandeses. No los encuentro tan pesados en mi delicado estómago. Son quesos mucho más digeribles, tanto los quesos frescos como los quesos curados.
La única desventaja que encuentro en este mercado y en todos los mercados y tiendas francesas son los precios. Tienen los productos de consumo y de no consumo con unos precios muy elevados. Se nota que sus sueldos también son más grandes que los nuestros.
Os recomiendo el Marche aux Puces, el mercadillo de París que tanto me recuerda al Rastro de Madrid. Tiene unos tres mil puestos. Encuentras de todo, además de alimentación. Tienen puestos de muebles, de ropa, de libros, de perfumería, de comida, de artesanía... Hay de todo. También hay mucha gente. Ten cuidado con el bolso y con la cartera. Este tipo de mercadillos son ideales para los carteristas. Afortunadamente, yo nunca fui pasto de los ladrones. Eso sí, siempre pago yo. Mi marido viene de mirón.