Lanzarote es una isla pequeña, pero, si te pones a recorrerla con calma encuentras playas preciosas. Una de las playas más bonitas de Lanzarote está en Punta del Papagayo, lugar en el que hay preciosas calas. La que más me gustó fue la cala del Papagayo. Tuvimos la suerte de que no había mucha gente. Mi marido quería ir a otras calas de la zona porque le habían dicho unos amigos que la cala del Papagayo se pone en verano hasta los topes de turistas.
No me hubiera importado. En Punta del Papagayo sales de una cala y te metes en otra. Siempre encuentras alguna cala poco concurrida para tomar el sol sin el agobio que da estar rodeada por una multitud de bañistas.
En Punta del Papagayo parece que estás en el paraíso de Adán y Eva. No hay ninguna construcción. Los promotores inmobiliarios todavía no han dejado su huella de cemento en este lugar mágico. Si a esto sumas unas aguas muy limpias y una arena impoluta y una tranquilidad infinita, crees que has alcanzado el Cielo en esta Tierra nuestra.
Mi marido me convenció para bucear un poco. No quería, pero no me arrepiento. Sin necesidad de bajar mucho, pude descubrir una vida submarina preciosa pegada a la rocosa costa. Repetiría la experiencia sin pensarlo dos veces.
Os recomiendo visitar las playas de Punta del Papagayo en Lanzarote. Es una extensión de kilómetro y medio totalmente desértica. La playa del Papagayo está bastante apartada del mundanal ruido. Sólo hay por allí un chiringuito. Falta hace. En el chiringuito pudimos saborear platos típicos de Canarias. Nosotros no habíamos llevado nada para comer. Pensábamos regresar al hotel. Cuando vi el chiringuito, le dije a mi santo que comíamos allí. Necesitaba recuperar fuerzas. Nadar cansa mucho y bucear cansa muchísimo más.
Espero que Punta del Papagayo se mantenga libre de ladrillo como hasta ahora. Temo que pronto empiecen a hacer construcciones que hagan pasar a la historia lo que hoy es un trocito de paraíso.