Madrid es más que asfalto. Lo pensaba cuando visitamos el Hayedo de Montejo en la Sierra del Rincón. Con razón ha sido declarado Reserva de la Biosfera. Aún así no me extrañaría que en el medio plazo algún constructor clave allí una urbanización. El dinero todo lo puede.
Mientras sigue en estado paradisíaco hay que aprovechar para ir a verlo y disfrutarlo. A nosotros nos llevó llegar en nuestro coche una hora y media de Madrid. Pronto lo encuentras tras dejar atrás la A-1 a la altura del pueblo amurallado de Buitrago de Lozoya y antes de alcanzar el puerto de Somosierra. Se llega por una carretera secundaria. Mi marido quería parar en Buitrago antes de hacer nuestro recorrido silvestre. Me negué porque me conozco. Soy de las que entra en un pueblecito de 400 habitantes, va de tapeo y no ando ni que me den un premio por llegar a la meta.
Así que fuimos directos al hayedo. Es el más meridional de Europa. Un paraje húmedo donde las hayas son dominantes, pero también los bosques de robles y acebos. Es el mundo de los árboles, como decía mi niña pequeña. Todo era puro árbol. No veías una casa. Árboles y algún riachuelo que daba humedad y frescor. Bueno, más que riachuelos. Por allí anda el Jarama. Nosotros fuimos andando por una senda paralela al curso del río Jarama, el río que dibuja frontera con la provincia de Guadalajara. No nos cansamos mucho. Las niñas andaban y no protestaban. Eso me daba bríos. Una se viene abajo cuando oye lamentos. Mi marido también iba feliz. Le gusta mucho la Naturaleza.
Esta visita no está nada concurrida gracias a las limitaciones que han fijado. El Hayedo de Montejo es el principal reclamo de toda la Sierra Norte y sólo puede recorrerse a través de sendas guiadas gratuitas, siendo necesario solicitar una autorización previa en sierradelrincon.org. Les preocupa que el turismo masivo acabe con este trocito de paraíso de la provincia de Madrid. Para ayudar a la protección del bosque, el número de visitas diarias está limitado, actualmente restringidas a un máximo de 5 personas acompañados de un educador ambiental. El educador ambiental que nos pusieron a nosotros era muy majo. Agradecí que no anduviera muy rápido. Yo iba pensando que nos pondrían a un chico de gimnasio muy andarín. No fue el caso. Era un señor entrado en años y algo sobrado de kilos. Está bien que den trabajo a gente mayor de cincuenta años.
Os recomiendo visitar el Hayedo de Montejo. Es un lujo de la Naturaleza. Como os decía, cruzo los dedos para que la promoción inmobiliaria no lo alcance. El ladrillo le quitaría magia.