Hace poco he tenido ocasión de descubrir San Vicente de Munilla, un pueblo de La Rioja que contaba con cerca de 240 habitantes en la posguerra. Era un pueblo con sus casitas, su iglesia, sus terrenos de cultivo, pero las cosas se pusieron mal para sus gentes. El futuro no era precisamente prometedor y empezaron a emigrar. San Vicente de Munilla se quedó deshabitado durante los años 50 debido a la migración de sus habitantes a las ciudades más cercanas, dejando el pueblo totalmente abandonado. El marido de una tía de mi marido fue uno de esos emigrantes. Justo con los tíos de mi esposo hicimos un viaje por la zona. El tío político de mi santo quería enseñarnos su viejo pueblo.
Cuando llegamos nos quedamos a cuadros. Pensábamos encontrar casas vacías, calles sin gente, pero encontramos nuevos inquilinos. Los okupas se habían ido haciendo con el pueblo. Los tíos de mi marido pusieron el grito en el cielo. Pero se tuvieron que calmar. La ley no castiga como debiera la okupación.
Los okupas montan como pueden su tinglado en un pueblo que necesita una rehabilitación profunda. Algunos edificios los han adecentado. Lamentablemente, no se hacen milagros sin dinero. Los okupas llevan en San Vicente de Munilla desde los años ochenta. El tío de mi marido tardó años en enterarse de que la casa de sus antepasados estaba okupada.
A este pueblo parece que sólo llegaron los okupas. Los turistas no se sienten atraídos por un grupo de casas a un kilómetro y medio de la capital del municipio. Munilla es otra cosa. San Vicente por no tener no tiene ni el acceso asfaltado. Llegas por una carretera de tierra, es decir, por lo que en Galicia llamamos una corredoira.
Os recomiendo ir a visitar este pueblo que el padrón de habitantes aparece como pueblo despoblado. En el año 1940 tenía 240 habitantes. Necesitó dos décadas para quedar con las casas vacías. Es una pena que no haya sido habitado legalmente. La okupación es un problema. La gente que vive en aquellas casas que no son suyas no están ni empadronados. Como decía mi marido, las autoridades deberían comprar las casas a sus propietarios y alquilárselas a los okupas por un alquiler razonable.