Los donuts no son para el verano decía mi madre cuando mi hermana y yo éramos pequeñas. No comparto la opinión de mi progenitora. Por eso no faltan los donuts en la bolsa de la merienda muchas tardes de playa. Los donuts nos gustan a todos. Yo compro los donuts glacé y los donuts bombón. Mis hijas prefieren estos últimos. Los donuts de chocolate las vuelven locas. A mí me pasa lo mismo. El chocolate es la perdición de las mujeres de la familia.
Los donuts los estoy comprando en packs de cuatro unidades. Cada pack me cuesta 1,99 euros. Sale la unidad a 50 céntimos. Un precio razonable teniendo en cuenta el renombre de la marca. Los hay de marca blanca, pero no es lo mismo. Los donuts donuts son más tiernos, más sabrosos. Son, como dice mi hija pequeña, donuts blanditos.
Os los recomiendo. Los donuts son la merienda que quieren todos los niños. Mis hijas nunca le dicen no a un donut. Es una pena que no quiten una versión sin azúcar. Yo sería una clienta fiel. Mi hermana, más antiazúcares que servidora, pela los donuts como si fueran una patata. Les quita todo el azúcar. Yo también lo tengo hecho. Cuando estoy a dieta hago cosas muy extrañas para engordar menos.
La cosa más extraña que tengo hecha con los donuts es tostarlos un poco más. El secreto de la receta de los donuts está en sacarlos del horno cuando están dorados. Por eso son tan blanditos. Pues bien, los puedes tostar un poquito más y tienes unos donuts distintos, más parecidos a las rosquillas.
Me gusta el envase. Vienen en un envasado de plástico transparente que conserva muy bien los donuts. Yo compré varios packs hace unas semanas aprovechando una oferta de tres por dos. Los tengo como recién comprados. Siempre que los guardes en un lugar seco se te conservan el tiempo que indica en la fecha de caducidad.