Comer en el extranjero es un problema para mí. Pero o comes o no resistes. Por eso una entra en restaurantes como el Restaurant e-Bajia de Rabat en Marruecos. Es un restaurante que está en la Avenida de Hassan II, construido en los muros de la mismísima medina.
Me encantó su patio interior. La fuente que había en el patio le daba mucho encanto. Hasta me pareció romántico. Mi marido enseguida se lanzó a la comida. Yo lo dejé comer. Primero me situé en escena como quien dice. Miré el menú, miré los precios, miré lo feliz que era mi santo metiéndole el diente a aquellos platos que nos traía un camarero que hablaba español como si hubiera nacido en Guadalajara. Estábamos en el piso superior, en el lujoso salón marocain con sofás bordados y cojines muy mullidos. Más que hambre te venía el sueño. Si fuera por mí, me hubiera quedado en la mesas que había en la planta baja. Tenían unas vistas preciosas al patio interior. Pero las amistades de mi esposo eligieron el piso superior. Querían más lujo. Accedí porque los negocios son negocios.
Finalmente empecé a comer. Probé el tajinede kefta aux oeufs y seguí con el tajine de poulet. Nada de carnes de cerdo. Aquellas carnes eran pollo y/o cordero. Estaban bien cocinadas. Los postres una delicia. En Rabat, igual que en el resto de Marruecos, tienen unos dulces deliciosos.
Os recomiendo este restaurante. Tiene una relación calidad precio excelente. Acuérdate de darle al servicio un 10% de lo que te piden a la hora de pagar. Es una costumbre. Digamos que el 10% es la propina. Yo se la di gustosa. Los pobres no cobran mucho. Mi marido añadió unas monedas más porque realmente lo merecían. Los camareros eran muy amables y muy profesionales. Otro motivo más para recomendaros en Restaurant el-Bahia de Rabat. Nosotros esperamos volver en algún viaje a Marruecos que tenemos proyectado para las próximas semanas.