Cuba es uno de nuestros destinos de vacaciones en el extranjero favoritos. Tuvimos ocasión de estar en esta bonita isla en unas cuantas ocasiones, pero siempre recuerdo emocionada cuando llevamos a las niñas a este maravilloso país caribeño.
Fue cuando íbamos dejando atrás la pandemia y se volvió permitir viajar. Mi marido propuso ir los cuatro a la mayor isla del Caribe. Yo casi prefería dejar Cuba para un viaje romántico, pero mi santo me convenció de que era una buena idea ir en familia. Estaríamos más tranquilos llevando a nuestras dos princesitas.
Tuvo razón. Las niñas no tuvieron tiempo a aburrirse. Les encantó La Habana con sus bonitos edificios coloniales, sus coches viejos y con gente que se busca la vida como puede y con originalidad. A mis niñas les llamaba mucho la atención los taxis-bicicleta.
Desde La Habana nos fuimos a las plantaciones de tabaco de Viñales, recorrimos los cayos y sus magníficas playas caribeñas igualitas a las del paraíso de Adán y Eva.
Tuvimos tiempo para disfrutar el sabor colonial de Trinidad, sintiéndonos en casa de nuestros antepasados españoles que habitaron esta bonita ciudad. También saboreamos la bebida típica tras descubrir dónde se hace uno de los mejores rones del mundo mundial. En Cuba vives muchas experiencias.
El paisaje caribeño es precioso. Pero no sería el mismo sin un mojito en la mano, y si no que se lo digan a un cubano o a esos turistas europeos y de otras nacionalidades que intentamos sentirnos cubanos bebiendo el mojito.
Aproveché para comprar unas cuantas botellas para regalar a la familia y a los amigos. En Cárdenas producen una de las grandes marcas de ron de la isla Havana Club. Vimos también el museo que tienen en La Habana, donde te explican con todo detalle el proceso de elaboración de la bebida. Mi marido casi se emborracha en la degustación en la coctelería del museo. No es que bebiera mucho, pero el ron es súper fuerte. Tomas un poquito y la cabeza te da vueltas.
Acabamos nuestro viaje por Cuba regresando a La Habana. Mi marido quería volver a pasear por el malecón de mi mano. Cuba es un destino muy romántico aunque esté considerado más como destino fiestero. Nosotros recorrimos el malecón subidos a uno de los típicos ‘almendrones’, unas joyas sobre ruedas y vivimos sus atardeceres bullangueros.
No nos perdimos la noche de La Habana. Una amiga mía que vive en La Habana vieja se quedó de canguro de las niñas y, así, mi marido y yo pudimos ir de parranda.
Tomamos mojitos en el famoso bar La Bodeguita y nos mezclamos con los cubanos para vivir el ambiente nocturno. Fue inolvidable la experiencia.
Igual de inolvidable fue la visita a Viñales para descubrir cómo se hacen los famosos puros cubanos. Casi vuelvo a caer en el vicio del tabaco. ¡Qué bien olían! Visitamos dos fábricas que muestran el proceso de producción son: Francisco Donatien y la plantación de Alejandro Robaina.
Para que no todo fuera visitar fábricas, nos sumamos al turismo sano que nos ofrecían en la zona. Mi marido me dio a elegir entre una ruta a caballo o practicar senderismo. Me quedé con el senderismo porque los caballos siempre me dieron miedo. Andar es igual de sano y mucho más seguro.
Os recomiendo visitar Cuba. Esta isla tiene mucho que ver. Nosotros siempre nos sorprendemos cuando regresamos y descubrimos nuevos rincones maravillosos. Seguiremos yendo a la isla más grande de la zona del Caribe. Es uno de nuestros destinos favoritos para el verano.