Gretna Green, Dumfries and Galloway, Reino Unido, es una pequeña ciudad del norte de Escocia que se hizo famosa en el siglo XVIII porque permitía los matrimonios de parejas menores de 21 años sin el consentimiento paterno.
Se puede decir, pues, que es una ciudad del amor. A mí me pareció más romántica que París. Por lo menos sí es más novedosa. Mi marido estuvo muy acertado cuando organizó una pequeña estancia romántica en esta localidad al otro lado de la frontera de Inglaterra.
Lo pasamos muy bien paseando por sus calles. Descubrimos la herrería Gretna Green, un lugar donde siguen celebrando bodas como en antaño. Afortunadamente, ahora las parejas no tienen que esconderse para poder contraer matrimonio por sus edades. Mi marido quería que nos volviéramos a casar en esta herrería. Le dije que con una boda llega y sobra.
Os recomiendo visitar esta ciudad, sobre todo en invierno, que fue cuando nosotros organizamos nuestra breve estancia. Fueron unos días nevados muy bonitos y románticos. Gretna Green estaba nevado por todas partes. Veías todas las casas con las luces encendidas porque enseguida anochecía. Pero allí tienen en las viviendas unas luces suaves muy romanticonas.
En realidad no es más que un pueblo. Peor parece un escenario de película porque todo gira al rededor de las bodas: coches de alquiler, restaurantes, la famosa herrería, floristerías, tiendas de regalos, tiendas de vestidos de novios y novias... Los oriundos de este pueblo saben sacarle beneficio al pasado que han hecho presente. Encontraron una especie de gallina de los huevos de oro y la están explotando muy bien.
Las bodas las hacen como churros. No sólo se casan británicos. Viene gente de todos los países a contraer matrimonio porque la consideran una pequeña ciudad muy romántica. Nosotros estuvimos delante de la herrería y casa cinco o diez minutos salía una pareja casada. Dicen que son unas cinco mil bodas las que se celebran al año.
Espero volver pronto. Me encantó el The Mill Forge, un hotelito con camas de dosel que te hacía soñar con el pasado glorioso. A mí que no me gustan mucho las camas de dosel, me encantaron las de este hotel por la blandura de sus colchones.