Este es el mercadillo más famoso y turístico de El Cairo. De hecho, creo que los turistas son los visitantes más numerosos del mercado. Creo que los egipcios no deben comprar allí sino que está puesto simplemente como reclamo turístico y nosotros somos los únicos clientes porque yo no vi a población autóctona allí aunque estaba más ocupada regateando que mirando a la clientela.
Es un lugar bastante grande, con mucho encanto porque está aprovecha todos los recovecos y callejas de manera que los puestos plagan las calles sin dejar un metro cuadrado libre. Esa sensación de todo amontonado tiene su encanto, aunque también genera un pequeño agobio, al que te acostumbras enseguida. A lo que más cuesta acostumbrare es que cada 3 pasos te saluden, traten de llamar tu atención con alguna frase que los mercaderes creen ingeniosa, o que te coman con los ojos en caso de ser mujer. Acabé un poco harta de que a mi novio no dejaran de ofrecerle camellos por mi, pero claro, eso se lo hacen a todas, a ver si les caes en gracia y compras algo.
Nosotros compramos unos zapatos y una cartera. Todo muy barato pero de una calidad acorde con el precio ya que duraron muy poquito, pero por 2 euros la cartera y uno 5 los zapatos tampoco puedes pedir mucho.
El Khalili es inmenso y, aunque en un principio pueda parecer fácil perderse, al final siempre encuentras la salida. Parece que todas las callejuelas llevan a los mismos lugares y a los mismos puestos.
Como curiosidad, para los que no quieran regatear, existe un puesto que es el de Jordi, que tiene unos precios fijos y es que la tienda es de un catalán que se estableció allí. Para encontrar esa tienda es mejor preguntar a cualquier policía turístico (lo de blanco) que te llevará sin problemas por callejones, escaleras y pasillos. Parece que sigue un laberinto. Imposible encontrarlo si no te llevan. Lo más gracioso de ir siguiendo al policía son los comentarios que hacen el resto de los de los puestos: “Jordi cabrón”, “Yo tengo mejores precios que Jordi” o “Jordi mala calidad”. Debe ser muy habitual que los españoles preguntemos por Jordi y ya se saben donde vamos si seguimos a uno de sus policías.
De todos modos creo que el encanto de este mercado es callejear y regatear, no ir a una tienda en la que no puedas hacer nada de esto ya que al final comprarle a Jordi sale más caro que si haces un buen regateo y los productos y la calidad de los mismos es igual que la del resto de los puestos.
Por último, un consejo. Para regatear hay que decir un precio muy por debajo de lo que estés dispuesto a pagar y hacer como que te vas. Ellos al final (después de múltiples bajadas de precio) te van a ofrecer el precio más bajo que están dispuestos a aceptar. Si te interesa entonces puedes comprar. Si no, pues te vas y ya está.