En la Masia Llambrich ( Delta del Ebro) pasé unos días con mi pareja y con nuestros hijos que no son comunes. Estuvimos bastante bien porque la casita está apartada del mundanal ruido y nadie te viene a protestar por el ruido de los críos.
Sólo tiene tres apartamentos. Cuando estuvimos nosotros los otros dos apartamentos estaban vacíos. Nuestenían unas maravillosas vistas a los arrozales.
Eché en falta alguna cama más. Nuestro apartamento era el más grande pero estaba falto de camas. Algún niño tuvo que dormir en el sofá.
Bueno, lo de apartamento es un decir. Venía a ser una casa ideal para una familia no convencional. Teníamos televisión, nevera, lavadora, microondas. Todo lo que necesita una familia cómodamente.
Mi pareja se entendió con la barbacoa que había en el patio. Yo dirigí a los críos en sus tareas porque no soy de las que les hace las cosas. Allí todos limpiaban.
Es un sito ideal para apartarte del mundo. Ni siquiera funcionaba la conexión a Internet. El dueño intentó arreglarla, pero nada de nada.
Otra cosa que les hacía mucha gracia a los niños era los problemas que había con la electricidad. Como enchufaras todo a la vez saltaban los plomos, cosa que nos ocurrió en varias ocasiones. Tenían muy poca potencia contratada. Me recordó en eso a la casa de mi madre, donde enchufas el microondas y la estufa eléctrica y saltan los plomos.
Para cocinar tiré mucho de microondas. Yo voy a lo práctico. Mi pareja quería andar con ollas, pero le pare los pies. No puedo ver una acumulación de potas sucias.
Tampoco haía mucho donde echar la mano. El menaje de cocina estaba contado. Lo mismo puedo decir de jabones, geles, champús, papel higiénico...
Casi me muero cuando vi tan poco papel higiénico. Me faltó tiempo para llamar al dueño. Le hice traer papel higiénico en abundancia.
La decoración de la masía es muy de casa de campo. Mucha pared sin recubrir, en piedra tal cual y mucha madera por doquier.